"Samhein", "Feralia"... Así denominaban druidas y romanos el final del verano cada víspera del 1 de noviembre. Durante esa noche se creía que el "dios de la muerte" hacía volver a los difuntos. En el siglo IV, durante la persecución del emperador Diocleciano, se decidió crear un acto solemne en honor de los fallecidos. Nacía así la fiesta de Todos los Santos. Y, desde entonces, pocas cosas han cambiado, excepto los modos de enterramiento. En Avilés, cada vez más la gente opta más por incinerar los cadáveres. Durante siglos y, hasta 1963, la incineración estuvo prohibida por la Iglesia, pero el nuevo código canónico permite las cremaciones. "Aunque se incineren los cuerpos el trabajo en el cementerio es el mismo, hay que preparar el espacio igual", certifica el encargo del camposanto municipal Félix Sanz. Sea como sea, la fiesta de los Difuntos se caracteriza por la adecuación de los panteones, la colocación de flores y las celebraciones religiosas. Es el día en el que los floristeros venden más ramos. En la comarca. los actos litúrgicos se celebrarán en las diferentes parroquias del arciprestazgo.