La visita que realizó a la mina de Arnao la reina de España Isabel II, acompañada de su esposo el infante Francisco de Asís de Borbón, el 24 de agosto de 1858 quedó inmortalizada en un grabado de la revista francesa "Le Monde Illustré". La ilustración apareció en la portada de la publicación el 25 de septiembre, sólo un mes después de la visita. Desde ayer, se muestra al público por primera vez en el museo de Arnao.

La litografía estará expuesta en el museo los meses de noviembre y diciembre. La alcaldesa de Castrillón, Yasmina Triguero, y los directores técnico y cultural del museo, Guillermo Laine e Iván Muñiz, respectivamente, fueron ayer sus primeros admiradores. Muñiz fue el descubridor del grabado en una tienda de antigüedades de Valladolid hace tres años por casualidad. "Estaba en un comercio buscando documentos sobre otro asunto y fue cuando lo vi. Consideré inmediatamente que era un documento importante y lo compré", explicó.

"El grabado es muy importante ya que se trata de la única imagen que hay de la visita de la reina Isabel II y su esposo a la mina de Arnao. La Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) tiene un busto de la monarca conmemorativo de aquella cita, así como una placa, pero no hay imágenes", señaló Muñiz. "La visita de la Reina la conocemos por los escritos y por las crónicas de la época, que hay muchas, pero no por imágenes. Por eso, el grabado tiene tanta importancia. Además, en la imagen, Isabel II aparece con su marido, con el director de la RCAM Jules Hauzeur y con el séquito que la acompañaba en la visita histórica que hizo a Asturias en agosto de 1858", dijo Muñiz.

La lámina de la publicación francesa está firmada por Henry Duff Linton (1816-1899), que fue un grabador inglés que desarrolló sus obras en Europa y también en Estados Unidos. La importancia que la publicación gala "Le Monde Illustré" dio a la visita de la Reina a la mina de Arnao se debió a que la empresa gestora del yacimiento era de capital belga y, además, las relaciones entre sus promotores y la monarquía se remontaban a la puesta en marcha de las labores de extracción.

No en vano, los impulsores de la mina de Arnao fueron los belgas Nicolás Maximilien Lesoinne y su hijo Adolphe Lesoinne. En noviembre de 1833, la reina regente María Cristina, madre de Isabel II, firmó una real orden por la que otorgaba a los Lesoinne y a sus socios españoles José María Ferrer y Felipe Riera la denominación de Real Compañía Asturiana de Minas de Carbón, así como el privilegio de hacer figurar el escudo de armas en la empresa.

Isabel II recorrió Asturias durante todo el mes de agosto de 1858, década y media después de que su madre firmara la concesión real para la mina de Arnao. La joven reina, que entonces contaba con 28 años, no quiso perderse la experiencia de bajar a una mina que, además, se trataba del primer pozo submarino de Asturias. Isabel II y el rey consorte habían pernoctado en Avilés. Cuando llegaron a Arnao, nadie del séquito esperaba que la monarca decidiera descender por la caña del pozo hasta las entrañas.

Isabel II, según cuentan las crónicas de la época, desoyó los consejos de los técnicos que la acompañaban, que pretendían realizar un reconocimiento del terreno antes de su acceso y recorrió más de 200 metros de galerías. En los archivos de Asturiana de Zinc (Azsa), se guardan el busto y la placa de la reina que conmemoran su paso por la zona.

Las visitas regias a la mina de Arnao se sucedieron. Si en 1858 fue la reina Isabel II, 19 años después, en 1877, su hijo el rey Alfonso XII pasó por la explotación de Arnao. También lo hizo el entonces Príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón y Battenberg, un tiempo después de que una gran inundación obligara a cerrar la mina. Por eso, sólo recorrió las instalaciones de la fábrica de cinc que la RCAM había puesto en marcha en 1855.

No obstante, el vínculo de la realeza española con la mina de Arnao se remonta al siglo XVI. En el año 1591, el fraile Agustín Montero, natural de Naveces, envió una carta al rey Felipe II pidiéndole su apoyo para la explotación minera de Arancés, localidad en la que había descubierto la primera veta de carbón del municipio.