La familia motera de la comarca, y muy especialmente la del bajo Nalón, volvió a ser ayer de tarde una piña para despedir a uno de los suyos, Américo Borges Fernández, que perdió la vida a los 25 años el sábado en un accidente ocurrido a escasos 400 metros del restaurante que sus padres, de los que acababa de despedirse, regentan en el Alto del Praviano, en el concejo de Soto del Barco.

El funeral en memoria del infortunado joven congregó en la iglesia de Somao, la localidad praviana donde vive la familia del chico, a casi doscientos motoristas, muchos de los cuales maldijeron la desgracia que este año se está cebando con el colectivo, que acumula a estas alturas del año casi el doble de muertos por accidente que en 2013. Algunos de los presentes habían estado hace apenas dos meses en Las Vegas (Corvera) despidiendo a otra gran aficionada a las motos, Raquel Fernández, que también se dejó la piel en el asfalto. "Es un año aciago", señalaba, apesadumbrado, uno de los asistentes a la exequias de Américo Borges.

Como es costumbre entre los moteros en los momentos de duelo, abundaron las "ráfagas al cielo", la peculiar y emotiva forma con la que los aficionados a las motocicletas despiden a los suyos cuando éstos emprenden la última ruta de su vida.