Los técnicos electricistas de la compañía Asturiana de Zinc (Azsa) continuaban ayer su trabajo de análisis de las consecuencias del aparatoso incendio que alarmó a la plantilla de la fábrica de San Juan de Nieva en la tarde del pasado jueves. Desde la compañía, aún no se ha cuantificado la gravedad del accidente, pero en medios sindicales se presume que es alta en términos económicos. "Ha parado la producción del horno Número 7. Tenemos dos más y el averiado no parece que vaya a ponerse a funcionar de manera inmediata: hay que quitar todo el cinc derramado, que ahora está solidificado, y hay que ver cómo está el cableado del horno", indicaron.

La producción de la planta de San Juan de Nieva, según ha podido saber este periódico, no sufrirá las consecuencias de la parada del horno de fusión. La razón es que los otros dos -el 4 y el 6- aumentarán su capacidad de trabajo hasta que la reparación sea efectiva. Ni la compañía, ni los sindicatos arriesgaron a poner fecha a la vuelta a la normalidad. La razón es obvia: ayer por la tarde no había parte de averías completo.

Tanto la plantilla como la propia dirección de la fábrica de cinc señaló el seguimiento exitoso de los protocolos de seguridad previstos para sucesos como el del pasado jueves. De hecho, los trabajadores del puesto siniestrado fueron los que controlaron el incendio en un primer momento. Lo hicieron por medio de espuma. La llamada a los bomberos se debió al deseo de asegurar el trabajo. Las dotaciones avilesinas y de La Morgal que intervinieron en el incendio lo hicieron durante más de dos horas.

El horno siniestrado por el derrame de cinc al rojo vivo es el más moderno de la instalación (está en el final del proceso productivo). Fue inaugurado con la última ampliación, la que comenzó en el año 2000 y acabó un año después. Asturiana de Zinc es la tercera fundidora de cinc que produce del mundo y que lo hace, además, de manera más productiva. Pertenece al grupo Glencore, que la controla a través de Íñigo Abarca.