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La figura de la semana | JUAN CIMAS GONZÁLEZ | Empresario frutícola, dueño de la finca "La Isla"

El emperador asturiano del kiwi

Amante de la vela y padre de cuatro hijos, quiere expandir su exitoso negocio a los mercados europeos más competitivos

Juan Cimas, junto a decenas de cajas llenas de kiwis, en "La Isla". RICARDO SOLÍS

De Soto del Barco al corazón de Europa. Juan Cimas González aspira a exportar a Inglaterra, Dinamarca y Holanda los kiwis de la variedad hayward que produce en "La Isla", una finca de 22 hectáreas rodeada por las aguas del río Nalón. Se trata de un reto más en la trayectoria empresarial de este hombre de 53 años que, antes de llegar al sector frutícola, trabajó en el del automóvil y la banca. Además, a medio camino de sus quehaceres agrícolas, puso en marcha un taller de coches en la capital del Principado cuya dirección compagina con la explotación sotobarquense, estos días inmersa en la campaña de recolección del preciado fruto originario del Himalaya.

"No tengo tiempo para aburrirme", señala este padre de cuatro hijos con edades comprendidas entre los 14 y 19 años y gran aficionado a navegar a vela, deporte en el que se inició durante su luna de miel. Pero su amor por la mar le viene de niño, data de los inolvidables veraneos en Verdicio donde, en compañía de su padre y hermanos, intentaba pescar cuantos peces merodeaban el anzuelo de la caña. La costa, en este caso de Galicia, sigue siendo el lugar de vacaciones del empresario. En un pequeño pueblo de las Rías Bajas, dice haber "despertado sus viejas aficiones" juveniles. Allí, tiene atracado un barco a vela. "Me gusta la parte romántica de la mar, no la deportiva, al igual que a mi mujer e hijos".

Precisamente de la mano de quien le enseñó los secretos de la mar se adentró en el mundo del kiwi. Corría el año 1983, Cimas estudiaba la carrera de Económicas tras haber abandonado la de Ingeniería Industrial y su padre adquiría a una familia de Avilés el vasto terreno que, a día de hoy, produce una media de 400 a 500 toneladas de la saludable fruta que ha conquistado las vegas del Nalón y del Narcea. Con el paso del tiempo, la franja que discurre entre Soto del Barco y Cornellana se ha convertido en la Nueva Zelanda asturiana del kiwi, según comenta este productor, debido a las condiciones climatológicas que reinan en esta zona: alta humedad y ausencia de heladas por la cercanía al mar.

Con su padre, ingeniero químico de profesión, Cimas aprendió técnicas de poda y abonado, así como los métodos para rentabilizar el kiwi. "Una plantación es algo muy complicado. Existen muchos parámetros que hay que dominar, tanto de la cultura agrícola como de la tecnológica y empresarial. Hay que saber de plantas, de bombas eléctricas, de maquinaria, de comercialización... Hay que saber un poco de todo", indica, al tiempo que echa la mirada atrás y recuerda el viaje que padre e hijo realizaron a Burdeos (Francia) en 1983, "para comprar las primeras plantas y, luego a Madrid, para importar en torno a 5.000 más". Desde entonces, dice haber aprendido sobre el terreno las claves para conseguir un producto de máxima calidad. La lectura de un buen número de libros que fueron cayendo en sus manos también le ayudó a descubrir la dimensión del negocio. "Una plantación de kiwi no se parece a una de maíz o a una finca de manzanos. Es un tema muy complejo en toda su extensión, exige preparación y contactar con gente empresarialmente muy fuerte ", destaca.

Lejos de asustarle o ahuyentarle, la dureza del trabajo le hizo comprometerse al máximo con todo el proceso hasta tal punto que, el día que su padre decidió vender "La Isla" y dado que no surgían compradores, acudió a la entidad bancaria en la que había trabajado durante sus comienzos laborales para solicitar un crédito y hacerse con la propiedad. "Me tiré a la piscina e involucré al cien por cien", comenta. En esta nueva etapa, ya como principal responsable de la plantación, decidió "cambiar el cómo producir kiwis". "Se trata de estar muy atento, ser muy crítico y cuestionar permanentemente lo que se hace porque de lo contrario te acabas muriendo", explica.

Era el año 2013 y nacía una empresa renovada, con una filosofía empresarial actualizada. "Hay gente que va a trabajar sólo con el cuerpo y deja el espíritu fuera. Yo quiero gente a mi alrededor en cuerpo y espíritu, entregada, así todos aportamos", dice con pasión, cualidad que forma parte de su carácter, ya que reconoce que se entusiasma "con cualquier cosa". De no volcar toda la energía que se lleva dentro, los proyectos empresariales no salen adelante, añade. "Cada vez que iba a la finca había un problema, pero lo resolvíamos con ilusión. Poco a poco y con mucho esfuerzo -inversiones fuertes en maquinaria, construir una escollera para protegernos del río...- fuimos consiguiendo nuestros objetivos. No obstante, esto es una inversión a largo plazo", apunta el empresario, que hasta la fecha ha desarrollado dos marcas: una destina el kiwi de calidad extra y a la otra aquellos que presentan deformidad. "Cuanto más amplio sea el abanico de clientes, mejor puedes dar salida a la producción", remata.

Los amigos envidian el tipo de vida que lleva, le señalan; todo el día al aire libre, en contacto con la agricultura, la naturaleza y rodeado en la finca de sus tres perros de raza pastor alemán. "En el sector primario hay un potencial enorme por desarrollar en Asturias", dice, pero exige esfuerzo al requerir, añade, una constante actualización. Por eso, se plantea salir fuera, vender en Europa, en países que valoran el producto de calidad que crece en Asturias a la vera de las frescas aguas del Nalón. Hasta ahora, la producción de Kiwi La Isla tiene como destino tres empresas comercializadoras españolas; sólo una pequeña parte -el 20%- permanece en la región. "Fui a Berlín, donde se celebra la mayor feria de frutas y verduras, y quedé sorprendido de la receptividad de la gente al decir que era productor español. Me escuchaban con gran atención y todo porque las frutas, verduras y hortalizas españolas se encuentran en la cúspide en calidad, organización empresarial, logística... Con este curriculum, a Europa vas con el terreno segado, otros ya abrieron el camino a nivel profesional", dice.

Cimas tiene ahora la mirada puesta en Inglaterra, Holanda y Dinamarca. Descarta Alemania de la lista de futuras conquistas europeas porque el mercado está copado por el kiwi procedente de Italia, "el mayor productor del mundo". Aspira a llegar a Londres, con un poder adquisitivo alto que valora la calidad. El fruto grande, bien formado, de buen sabor y bien presentado se puede vender en la capital británica al doble que en España. "Hay que buscar rentabilidad a la empresa", concluye.

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