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Madre e hija contra el cáncer de mama

Silvia Menéndez, de 24 años, y Celestina Rodríguez, de 45, ambas sin los dos senos, entrarán juntas al quirófano del San Agustín para la colocación de prótesis gracias al nuevo servicio que ofrece el hospital de la comarca avilesina

Celestina Rodríguez -a la izquierda- y su hija Silvia Menéndez, en el centro de Avilés. IRMA COLLÍN

Fue el día de Navidad de 2014. "Me estaba duchando cuando encontré un bulto en el pecho izquierdo", recuerda Silvia Menéndez, que entonces tenía 23 años. A esta joven corverana, de Las Vegas, se le ahogó la voz. Los villancicos, el turrón, las comidas copiosas, los brindis... Todo perdió sentido para ella. Pasó semanas de médicos, de prueba en prueba. El 5 de febrero de este año, Menéndez recibió el peor de los diagnósticos: cáncer de mama. Casi sin darse cuenta se vio en el Hospital San Agustín recibiendo la primera de ocho sesiones de quimioterapia. "Después de la quimio, en agosto, me quitaron los dos pechos, uno porque estaba afectado y otro por precaución", relata.

Los cirujanos del San Agustín que limpiaron "el bichín" de sus mamas le pusieron en la misma intervención expansores mamarios, dejando así el camino abierto para la colocación en el futuro de prótesis, una técnica novedosa en el complejo sanitario avilesino que practica un cirujano plástico. Lo que no sabía Silvia Menéndez es que al quirófano iba a entrar con su madre, Celestina Rodríguez, de 45 años. "El cáncer de mi hija es genético, así que me recomendaron hacer las pruebas para ver si esos genes eran por mi parte o no, y lo eran. Y me aconsejaron quitar los dos pechos como Angelina Jolie; y así lo hice. Me colocaron igual que a Silvia los expansores y, ahora, estoy a tratamiento con quimioterapia", manifiesta. Y agrega: "Cuando termine el tratamiento, tal vez en febrero, ambas entraremos juntas, el mismo día, al quirófano para colocar las prótesis a propuesta del cirujano que nos dijo que también estaremos juntas en la habitación", sentencia la mujer. Será un hito en la vida de ambas.

Madre e hija son un ejemplo de superación. Lo suyo es una lucha tenaz contra el cáncer de mama. Una se apoya en la otra, y vuelta a empezar. Son uña y carne, amigas y también cómplices. Si una cae, la otra sonríe. Y las dos están saliendo adelante dando un ejemplo a cuantos les rodean. Tienen ganas de vivir y lo demuestran a diario. En su familia las llaman "campeonas", con toda la razón. "Un porcentaje muy elevado para superar esta enfermedad depende de la cabeza, de la fuerza de la mente", precisa Silvia Menéndez, que decidió plantarle cara al cáncer de mama. "Dije que me lo iba a comer y en eso estoy", advierte esta joven, que también pasó sus momentos de bajón: "El destrozo físico del cáncer es tremendo. Un día me vi gorda, calva y sin tetas, y lloré". Pero Menéndez decidió luchar y, además, le inculcó a su madre la fortaleza necesaria para pelear.

"Es muy importante el apoyo de la gente que te rodea y es fundamental también hacer lo posible por salir de casa cada día: poner un vestido guapo, pintar los ojos...", aconseja la joven corverana, que con una mirada a su madre sabe lo que está pasando. A las dos el cáncer les cambió la vida. Celestina Rodríguez trabajaba en una tienda de chucherías en Las Vegas y Silvia Rodríguez, delineante en el paro, estudiaba Actividad Física y trabajaba como camarera los fines de semana cuando le fue diagnosticado el tumor. Ahora ambas están dedicadas en cuerpo y alma a vencer al tumor de mama y son integrantes de la delegación avilesina de la Asociación Española Contra el Cáncer. Valoran en todo momento el trato recibido por los profesionales sanitarios y no sanitarios del Hospital San Agustín, desde Urgencias a los quirófanos. Y elogian la nueva cirugía de prótesis mamaria de la que ambas se beneficiarán en poco tiempo.

"Es muy duro salir del quirófano y ver dos cicatrices donde había dos mamas. La colocación de expansores ya no te deja esa sensación de vacío", explica Celestina Rodríguez. Estos expansores se "hinchan" periódicamente. Son, dice, como globos con un imán en los que se introduce suero. De esta forma la piel va estirando de forma natural hasta estar preparada para la colocación de las prótesis. "Esta intervención que nos van a hacer ahora es de lo bueno, lo mejor. Si no fuera así nosotros tendríamos que juntar el dinero necesario para que al menos Silvia, que es una cría, pudiera colocar unas prótesis en alguna clínica privada", señala una madre que vive su cáncer y el de su hija con intensidad. Y es que la enfermedad hace daño psíquico y también físico. De ahí que la colocación de prótesis es tan importante para las mujeres que pierden el pecho.

Las dos quieren que su ejemplo de lucha sirva de ayuda a cuentas mujeres están atravesando su misma situación. Por eso, salen a la calle con su mejor sonrisa. "Con esta enfermedad tal vez no se puede hacer footing pero sí se puede dar un paseo... Hay que replantearse las cosas, pero uno no se puede quedar postrado en una cama", dice Silvia Menéndez, una joven de ojos grandes y negros como el carbón. Lo suyo es un ejemplo de vida contra una enfermedad que condensa los temores de buena parte de la población. Madre e hija están echando un pulso a la enfermedad y de momento llevan puntos de ventaja. Tienen cáncer, pero son felices. Les espera el quirófano. Será la segunda vez que se vean las caras en una sala de operaciones. La primera fue después de un parto, cuando Celestina Rodríguez abrazó a su hija por primera vez. En esta ocasión, las dos volverán a nacer.

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