"David, eres el mejor". Lo dijo el párroco de Llaranes, José María Murias, citando la frase de una de las alumnas del que fue director del colegio del barrio, David Gutiérrez. La iglesia de Santo Tomás de Cantorbery se abarrotó ayer de amigos, compañeros y alumnos, que arroparon a la madre, a la viuda y a los hijos del maestro en su último adiós. Muerto de forma prematura tras una larga enfermedad a los 59 años, el cariño que sembró durante todo este tiempo se tradujo en infinitas muestras de pesar, tanto en el tanatorio como en el templo. Sus restos mortales fueron después trasladados a la sala de incineración.

Murias hizo, durante la homilía, una cariñosa reseña de lo que fue la vida de Gutiérrez y explicó por qué ayer la iglesia estaba llena de representantes de asociaciones y otros colectivos en los que el maestro se implicó. "Estamos tristes y afectados porque la naturaleza ha terminado demasiado pronto con la vida de David en este mundo. Nos duele mucho a todos despedirlo. Y es que, en este mundo, hay dos tipos de personas: las que usan su capacidad para prosperar, y los que, como David, las utilizan para que el mundo sea mejor", dijo el sacerdote.

Salpicando su discurso con el consuelo de la promesa evangélica de la resurrección, el cura de Llaranes destacó que "de David se puede decir mucho y todo bueno". Comenzando por su implicación abnegada en el colegio de Llaranes. "Hizo del colegio un centro ejemplar, inculcó los valores de la cooperación y de la ayuda a los necesitados, con dedicación casi absorbente", dijo. Pero su trabajo por la sociedad avilesina no se quedó ahí. "Perdemos un activo muy importante en Llaranes. Participaba en las actividades del barrio, de la parroquia, se implicaba en la Semana Solidaria, consiguió que el suyo fuera un colegio de puertas abiertas...", continuó. Todo eso le hace ser firme candidato al premio que distingue a los ciudadanos ejemplares del barrio, que se fallará próximamente.

En definitiva, resumió el párroco, David Gutiérrez era "buen profesor, buen compañero, buena persona, constructivo, positivo, tolerante". Y esa es la semilla que sembró, no sólo en el colegio sino allá donde iba: en sus grupos de tenis, de cerámica, de vela, en su afición por la música y por el teatro, en las comidas y cenas que disfrutaba en compañía de sus numerosos amigos.

También se refirió José María Murias a lo que llamó las dos familias de David Gutiérrez: la de verdad, de la que se sentía "enamorado y orgulloso", y la más extensa, que fue construyendo desde la niñez con sus amigos. "Lo de que David era el mejor no lo dice sólo su familia, ni la niña de Llaranes, sino las múltiples reacciones de dolor, y las visitas al tanatorio. Si David se salvara por votación popular, la conseguiría de pleno", enfatizó.

La comunidad escolar del colegio Llaranes, ampliamente representada en el funeral, prepara un detalle con el que consolar a la familia. "A veces, la vida te pone en el camino personas que dejan una huella imborrable y David era una de ellas. Todos los que le hemos conocido resaltamos el entusiasmo que ponía en las actividades que realizaba para nuestro 'cole', su buen humor y entrega incondicional. Tuvo la capacidad de aunar profesionalidad y cercanía a lo largo de tantos años como maestro y director", resaltaron ayer sus compañeros en un comunicado.

"Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados", prometía el texto del Evangelio que se leyó durante el funeral de David Gutiérrez. Ayer, hoy aún, muchos lloran por su ausencia.