Se ven las huellas de los tortazos, pero las cicatrices que más duelen van por dentro: humillaciones, burlas, desprecios, amenazas, miedo... Las víctimas de malos tratos y también sus hijos sufren calvarios escalofriantes que raras veces tienen final feliz: ochocientas mujeres, veintiuna de ellas asturianas, han sido asesinadas en España desde 2004, cuando comenzaron a elaborarse estadísticas. La violencia machista está, aún así, amordazada. De ahí que alrededor de doscientas personas decidieran ayer en Avilés romper el silencio por las que "ya no están y no pueden hablar". Exigieron justicia, y protección.

La marcha contra los malos tratos arrancó en El Carbayedo con la participación de representantes políticos de toda la comarca, integrantes del movimiento asociativo, empresarios y decenas de vecinos que llegaron al Parche tras pancartas con lemas claros: "Queremos vivir", "Castrillón por los buenos tratos", "Oír, ver y no callar"... Ya en la plaza de España, Alicia Peña, ATS, leyó un breve manifiesto y defendió programas educativos con enfoque de género. Luego se leyeron poemas. Lidia Clara Rodríguez, directora de Asistencia Sanitaria y Salud Pública del área sanitaria avilesina entonó "Triste destino". Rosa María Ajenjo, trabajadora social; Andrea Arduengo, estudiante de Enfermería y Montserrat Celada, de radiodiagnóstico del Hospital también leyeron diferentes textos en un emotivo acto presentado por la actriz Patricia Pérez que finalizó con la actuación de Laura y Raquel Pérez y Ángela Hernández, de la asociación "Abeyo". Luego hubo un sonoro aplauso por el fin de los malos tratos, y comenzó a llover. Pero en Avilés brilló por un momento un rayo de esperanza contra la violencia machista.