Un gigantesco e inquietante ojo femenino reflejado en la fechada del palacio de Valdecarzana escrutó anoche las andanzas de quienes pasaban por la calle de La Ferrería de camino o de vuelta del Parche, donde tres cañones de vídeo bombardearon la fachada de la casa consistorial con imágenes que, al impactar en la piedra del edificio, adquirían caprichosos volúmenes que los espectadores trataban de interpretar. Ahora volaban pájaros, al rato se perfilaban los árboles de un bosque y de vez en cuando brillaban estrellas... Y así durante horas, brotó un caudal inacabable de imágenes coloridas y en movimiento.

Ese espectáculo de la plaza del Ayuntamiento, "mapping" en la jerga de los artistas, centró buena parte del interés de los avilesinos y los foráneos que ayer al anochecer se echaron a la calle atraídos por la oferta de la Noche Negra, una fiesta de corte cultural que va por su cuarta edición y que coincide con la entrada en la Estación Oscura del calendario celta; se trata de la antítesis de la Noche Blanca, allá en la frontera de la primavera y el verano, y tiene en común con ella la posibilidad de disfrutar gratis de una amplísima oferta artística.

Un dúo de jazz tocó en directo en el vestíbulo de la Escuela de Artes y Oficios para que pintores consagrados y noveles creasen obras inspirados por las notas musicales; los cuerpos de baile de Teresa Tessier y Myriam Chamorro animaron las visitas guiadas al Museo de la Historia Urbana, donde también tocaron alumnos del Conservatorio; la Factoría Cultural del Carbayedo ebulló de actividad con talleres de cerámica, baile, grabado y fundición...

La cosa no quedó ahí, porque en cada esquina brotaba una sorpresa; las muy vetustas ventanas ojivales del gótico palacio de Valdecarzana enmarcaron vanguardistas proyecciones de vídeo y el edificio de la antigua pescadería de la plaza de Santiago López acogió a decenas de niños que pintaron a beneficio de "Save the Children" y luego, como recompensa, disfrutaron del espectáculo del mago Xuan. El Niemeyer se sumó a la fiesta alargando el horario de sus exposiciones vigentes ("Portus" y Ouka Leele) y en la calle Palacio Valdés montaron un maratón fotográfico a la ves que los emperifollados invitados a la gala de los premios GAVA se mezclaban con los aficionados al arte en busca de nuevas emociones.

Y así llegó la medianoche y los bares se sumaron a la fiesta. Hubo conciertos para disfrute de los noctámbulos casi hasta que rayó el alba. Luego amaneció y la Noche Negra fue un recuerdo.