Las empresas que producen aluminio en China se han lanzado a reclamar a su Estado que adquiera un millón de toneladas del metal que venden para paliar la caída de los precios provocada por el exceso de producción generado por ellas mismas. Esta circunstancia -la sobreexplotación- está afectando de manera grave al desarrollo de la multinacional norteamericana Alcoa, que cuenta en Avilés con una planta de aluminio primario que, en el momento presente, vende algo más de 60.000 toneladas cada año. Cuanto más aluminio hay en el mercado, menor es su precio de venta. Este descenso causa problemas en el desarrollo de industrias occidentales como Alcoa, de tal modo, que su alta dirección ha decidido segregar la empresa original (fundada en 1888) en dos: una dedicada a la explotación de aluminio desde las materias primas a los productos primarios y otra, a explotar material de alto valor añadido (aluminio elaborado y otros metales, como el titanio; una compañía enfocada a la industria aeronaútica y del automóvil.

La agencia Reuters informa de que el paso adelante de la República Popular de China podría paliar el bajo coste actual de la venta de metales. De hecho, el Estado chino está considerando seriamente hacerse con la producción de metal que sale de las fábricas de su país. Esto supondría, sin embargo, una certificación de que los usos y costumbres de las plantas alumineras del lejano oriente son buenos: exceso de horas laborales, pequeños sueldos, bonificaciones energéticas. El eurodiputado socialista asturiano Jonás Fernández arremetió precisamente esta pasada semana en el parlamento de Bruselas (Bélgica) contra los métodos de producción chinos, muy alejados de los de la economía de mercado. Hablaba en su intervención de la crisis del acero, pero las mismas circunstancias se pueden aplicar al aluminio y al cinc, dos metales que se manufacturan en la comarca de Avilés desde hace más de medio siglo: en Alcoa y en Asturiana de Zinc (Azsa).

La noticia de que el Gobierno de la República de China podría recoger una parte considerable de la producción nacional de aluminio ha sido aplaudida por la industria mundial. Sin embargo, otras fuentes consideran que este paso adelante se limitaría a pan para hoy y hambre para mañana. O sea, que podría elevar el precio del aluminio de manera momentánea: no sería una solución definitiva. Y es que el problema radica en que hay mucho aluminio en el mercado porque lo fabrican en China en condiciones no compatibles con las leyes laborales de occidente. Actualmente, la venta del aluminio, según el precio promedio marcado por la London Metal Exchange (LME) está al mismo nivel que hace seis años (mínimos históricos).

La demanda de los fabricantes de aluminio corre en paralelo a las de los fabricantes de cinc y níquel (este producto no se fabrica en la comarca). La Asociación China de Productores de Metales No Ferrosos (la patronal cuyas decisiones afectan más a la economía avilesina) controla alrededor del 40 por ciento de la producción de China de metales primarios.

Según Reuters, el Gobierno del gigante asiático quiere asegurar un acuerdo económicamente factible para las plantas que operan en su territorio. Se da la circunstancia de que, desde occidente, se lamenta el continuo apoyo estatal a una industria que está desbordando los mercados internacionales de productos primarios. La comarca de Avilés es una de las más industriales de España (seis multinacionales producen en pocos kilómetros a la redonda). Lo que sale de las plantas occidentales corre el peligro de quedarse en los almacenes de los puertos porque en China produce más y lo hace de forma más barata. Los precios en la Bolsa de Shanghai (China) han aumentado más de un 5 por ciento en los últimos días, sin embargo, no es suficiente para que empiecen a cuadrar las cuentas en las empresas más afectadas por la invasión de China, que en los últimos años ya habían comprado miles de toneladas de excedentes de aluminio, cinc y níquel para apoyar los precios. Sin embargo, no lo bastante.