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MANUEL VILARIÑO | Fotógrafo, Premio Nacional de 2007, inaugura exposición en el Niemeyer

"Para ganar el Premio Nacional he tenido que trascender las fronteras"

"Asturias es uno de los mejores lugares del planeta para poder escuchar el silencio y hacerlo sin los agobios constantes de los turistas"

Autorretrato de Manuel Vilariño. MANUEL VILARIÑO

El fotógrafo y poeta Manuel Vilariño (La Coruña, 1952) no puede asistir esta mañana a la inauguración de "Seda de caballo", la muestra de su trabajo artístico producida por el Ministerio de Cultura con motivo de la concesión del Premio Nacional de Fotografía el pasado 2007 y que se verá en el vestíbulo del auditorio del Niemeyer hasta el próximo 3 de abril. Está enfermo. Pese a ello, conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono largo y tendido.

-Finalmente, llega su exposición a Avilés.

-Efectivamente. Fue la que produjeron con motivo del Premio Nacional. En 2007, el mismo año en que representé a España en la Bienal de Venecia. Un año bueno para un artista instalado en la periferia de la periferia.

-Y tan en la periferia.

-Estoy viviendo en los bosques atlánticos. Para ganar un Premio Nacional he tenido que trascender las fronteras de España. Usted sabe, como yo, que estos premios se cocinan en Madrid o en Barcelona. Es la verdad.

-Pero, pese a ello, no deja de estar bien. Supongo.

-A mí no me ha cambiado la vida. Sigo viviendo bajo el mismo árbol, contemplando el vuelo del mismo águila; no perdí la sensación de soledad que es tan inherente a mi obra. Es cierto, tiene razón, que te da una perspectiva nueva en tu país, sobremanera, en instituciones o colecciones públicas que se dejan llevar más por las medallas que por tu propia obra. Lo fundamental para mí es el jurado que me lo otorgó: extraordinario. Si no hubiera sido así tenga por seguro que no lo hubiera aceptado.

-Además está el hecho de que estemos haciendo ahora esta entrevista.

-Es distinto. Usted tiene una necesidad informativa que yo puedo saciar y por eso me ha llamado. Ya sabe lo que decía el escritor Elías Canetti de las páginas de los periódicos: amarillean a la mañana siguiente.

-Al final no puede asistir a la presentación de su muestra.

-Y es una lástima. Tengo mucha relación con Asturias. Desde finales de los setenta o comienzos de los ochenta he pateado todas sus montañas: Somiedo, Picos de Europa, Muniellos. Asturias es uno de los mejores lugares del planeta para poder escuchar el silencio y hacerlo sin los agobios constantes de los turistas que no dejan caminar.

-La naturaleza y la soledad impregnan toda su obra, ¿sintetizo demasiado?

-No. La naturaleza forma parte de mi espíritu. Formo parte del bosque, desde mi infancia. Uno de los momentos más felices de mi vida fue cuando conocí el bosque al que se retiró el escritor Henry David Thoreau, el autor de "Walden". La intemperie forma parte de mi vida y, en consecuencia, de mi propia obra. Esto es, por un lado. Por el otro, he realizado muchas naturalezas muertas, bodegones. En una fotografía se alían lo íntimo y lo lejano.

-Thoreau, al final regresó a la civilización.

-Yo vivo en los bosques, pero he vivido en ciudades como Nueva York o Londres, considero que tanto aquellos como éstas son polos magnéticos que se necesitan. Uno no es únicamente un monje, no se crea.

-¿Qué tienen que ver los versos y las fotos?

-Me eligieron las dos: la poesía y las fotografías, pero es que forman parte de la misma experiencia. Soy licenciado en Biología.

-El Reina Sofía le compró una obra.

-Eso es más fácil, como le dije, si logras triunfar en el extranjero. Tengo una galería en Alemania y otra en Lisboa, en Portugal. Hubo un momento en que existía un proyecto para mostrar mi obra, pero la cosa cambió con el cambio de los responsables del centro. En todo caso, no tengo un gran mercado dentro de España. El azar es fundamental para que se desarrolle todo esto.

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