El fotógrafo Manuel Vilariño fragmentó el paraíso y le salió la naturaleza muerta con la que representó a España en la Bienal de Venecia de 2007. "En torno a este 'Paraíso fragmentado' se conforma toda la exposición", señaló ayer Fernando Castro Flórez, el comisario de "Seda de caballo", la muestra del artista coruñés Manuel Vilariño que obtuvo el premio Nacional de Fotografía -precisamente el mismo año 2007- y que se inauguró en el auditorio del Centro Niemeyer hasta el próximo 3 de abril: cinco meses para disfrutar soledades islandesas y bodegones de tiempos perdidos. "No ha podido asistir a esta inauguración, pero promete venir", apuntó Castro Flórez, que sirvió como portavoz del artista.

Vilariño es un artista que se ha hecho nombre más allá de las fronteras nacionales: en el centro de Europa, pero también en Portugal. "Vive en una casita diseñada por Manuel Gallego a veinte kilómetros de La Coruña, en medio de un bosque", apuntó Castro Flórez. "Considera como Standhal que la belleza es el preludio de la felicidad", apuntó el responsable de la muestra del fotógrafo ausente.

La colección que se exhibe en el vestíbulo del teatro del Niemeyer cuenta con 52 piezas. "Entre ellas hay fotografías en color y otras en blanco y negro. Todas están presidida por una muestra de crines de caballo, el material sobre el que a la mujer de Vilariño le gustaba dormir", apuntó Castro Flórez. "Su mujer también explica el desarrollo de su obra: le diagnosticaron una enfermedad terminal que se la llevó en cuatro meses", apostilló el coordinador de la muestra, que se verá de miércoles a domingo.

Vicente Domínguez, el viceconsejero de Cultura y presidente de la fundación del Niemeyer, recordó que "Seda de caballo" se presentó por primera vez en la Tabakalera de Donostia. "Un centro internacional al que miramos desde Avilés con admiración", afirmó.