La Autoridad Portuaria de Avilés anuncia el despliegue de una insólita batería de medidas, alguna incluso pionera en España, y rigurosos controles técnicos para evitar que las obras de dragado del lecho de la ría iniciadas anteayer pongan en peligro los últimos espacios de valor natural que quedan en el estuario o afecten de algún modo a la zona de costa más próxima al área marina donde se depositarán las 325.084 toneladas de material a extraer, en especial la playa gozoniega de Xagó.

El dragado que motiva este renovado interés portuario por la preservación de los espacios naturales del estuario avilesino tiene como finalidad proporcionar un calado de 14 metros en la zona navegable de la ría para que los mercantes de tipo "panamax" puedan llegar hasta el nuevo muelle de Valliniello a plena carga, lo que para el puerto supondrá subir un escalón operativo y poder despachar buques mineraleros con cargas de hasta 72.000 toneladas. El anuncio del dragado, no obstante, generó en su momento cierta controversia porque su tramitación se hizo sin evaluación de impacto ambiental, según explicaron en su momento fuentes portuarias "porque la Secretaría de Estado de Medio Ambiente resolvió que tal evaluación no era necesaria en este caso". También fue polémico el posible impacto negativo que el dragado tenga en la playa de Salinas, afectada desde hace años por un grave problema de pérdida de arena.

Sea como fuere y sin estar obligado a realizar actuaciones de tipo ambiental asociadas al dragado en curso, la Autoridad Portuaria de Avilés explicó ayer que "debido a los numerosos espacios protegidos que rodean al Puerto y al compromiso de la Autoridad Portuaria con el medio ambiente, el proyecto de dragado incluye una serie de actuaciones ambientales encaminadas a continuar con la mejora del entorno portuario, en este caso del espacio natural protegido de la charca de Zeluán y la ensenada de Llodero, así como el uso de técnicas constructivas novedosas y medidas cautelares ambientales que minimicen, más aún, las posibles afecciones y molestias que pudiera causar la ejecución de dicha obra".

El alcance de las medidas que anuncia el Puerto afecta tanto al dragado propiamente dicho como al posterior vertido frente a la playa de Xagó de los materiales extraídos de la ría, además de incluir un paquete de actuaciones de limpieza, regeneración vegetal y ordenación de espacios en el entorno del monumento natural de la charca de Zeluán y la ensenada de Llodero.

Uno de los requisitos más exigentes a los que se va a obligar la Autoridad Portuaria tiene que ver con el depósito controlado de los materiales dragados en el fondo del mar. Los áridos se depositarán a profundidades comprendidas entre 27 y 37 metros y siempre por debajo de la isóbata de 24 metros, ya que según los estudios de dinámica litoral de la zona, por debajo de esa profundidad hay ausencia de corrientes marinas y por tanto ausencia de dispersión del material que allí se deposite. Para evitar que la fuerza de impulsión en la deposición levante el material ya existente en el lecho y provoque remoción del mismo, la empresa responsable del dragado, Rohde Nielsen, ha diseñado un útil específico para esta obra que acoplará a la cabeza del tubo de vertido.

Por el tipo de material que se extrae del interior del Puerto, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente estableció la necesidad de realizar un "capping" en la zona de vertido. Esto significa que habrá que depositar el material de manera controlada en el lecho marino, de tal manera que las sustancias con mayor nivel de contaminación serán las primeras en ser dragadas y llevadas al punto de vertido, para luego cubrir el conjunto con una capa de material limpio; en definitiva, un "confinamiento blando sumergido", técnica novedosa de la que apenas hay experiencia en España a día de hoy, según fuentes portuarias.