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M.ª LUISA DE MIGUEL | Acaba de recibir un premio internacional por su trabajo como asesora

"El conflicto trabajo-familia lo veo en el 80% de las mujeres y en ningún hombre"

"No entiendo que haya gente que no sea feminista; el feminismo no es más que la lucha por la igualdad de oportunidades"

María Luisa de Miguel, en su despacho. IRMA COLLÍN

La empresaria María Luisa de Miguel es una de las primeras emprendedoras de La Curtidora. Abrió su asesoría -Council Consultores- el 5 de octubre de 1995. Ahora, veinte años después, esta llanisca afincada en Avilés especializada en asesoramiento empresarial acaba de recibir en Estambul un premio internacional que reconoce su trabajo como mentora. "Lo percibo como el reconocimiento a una trayectoria y a una serie de trabajos. Cuando empecé a hablar del mentoring en 2014 me decían que no valía para nada, que se trataba de una moda más. Parece que no estaba equivocada", señala. De Miguel, que ha escrito numerosos estudios y artículos sobre asesoramiento empresarial, es la autora del blog "Alquimia Coach", y ha publicado los libros "El arte de preguntar en el mentoring" y "Vine a ser feliz, no me distraigas".

-De sus comienzos en La Curtidora a Estambul, donde acaba de recibir el Premio Internacional en Mentoring 2015, ¿cómo ha sido el proceso?

-Con mucho esfuerzo. Llevo desde 2004 en el tema del mentoring, en el que empecé por casualidad.

-Hábleme de esa casualidad.

-Entonces estaba en la Fundación Empresa Mujer, que presidía Kike Gómez Haces, y había un proyecto europeo Equal ("La igualdad crea empleo"), que lideraba el Instituto Asturiano de la Mujer y en el que participaba la asociación. En el proyecto, de cuatro años, había secciones de mentoring. Nadie tenía muy claro qué era aquello, pero en el libro del espíritu empresarial ya se citaba como una de las políticas europeas de cara al desarrollo del emprendimiento. A mí aquella palabra me sonó muy bien y empecé a investigar. Me apasionó. Tenía muchísimo que ver con todo en lo que yo creo, con mi manera de dirigir y de liderar, y estuvimos trabajando casi dos años y medio con emprendedoras y empresarias desarrollando acciones de mentoring.

-¿Qué es en la práctica el mentoring?

-Es una metodología, como el coaching, de desarrollo y aprendizaje, cuya ventaja es que acelera los procesos de aprendizaje, de desarrollo, de adaptación a nuevos roles y situaciones, a tránsitos vitales. En el mundo de la empresa, el proceso por el que un emprendedor se convierte en empresario y un trabajador en directivo, se consigue de una manera mucho más rápida y efectiva con el apoyo de un mentor o una mentora.

-Mentoring, coaching... son términos ingleses que en realidad se utilizan como si fuese una moda para algo que siempre ha existido, ¿no cree?

-Tanto los coach como los mentores somos conversadores, utilizamos la conversación y la comunicación como herramienta de cambio de actitudes, de paradigmas, creencias, de impulsar el potencial de las personas. Esto, efectivamente, ha existido desde que el hombre es hombre.

-¿Sócrates fue el primer mentor?

-Para mí sí. La gran metodología tanto del coaching como del mentoring está basada en la pregunta, en la escucha socrática. A partir de ahí se van añadiendo muchas más herramientas, recursos y técnicas, como cualquier disciplina. Es algo que ha existido siempre de una manera informal. Lo que se ha hecho es formalizarlo y profesionalizarlo.

-¿Y se ha especializado en estas metodologías porque percibió un nicho de negocio o por convicción?

-La razón es que me encantó. Tiene que ver con lo que yo creo que es la dirección de personas, el liderazgo: sacar lo mejor que hay en las personas. Lo percibí como un complemento al asesoramiento a empresas, que se fue desarrollando al comprobar que había nicho de mercado. Ayudo a otras empresas, administraciones, organizaciones a implantar programas de mentoring.

-¿Está concienciado el empresariado sobre los beneficios que estas metodologías?

-Sí, fuera de Asturias hay más sensibilidad. Las grandes empresas están demandando cada vez más programas de este tipo; por ejemplo, casi todas las entidades bancarias lo tienen. Las empresas van viendo que los cambios son muy rápidos, que hay mucha presión sobre las empresas, pero también sobre los directivos y los trabajadores. Cada vez demandan herramientas que sean más certeras, más efectivas y más rápidas y de aplicación inmediata que permitan absorber esos cambios y esta presión. El mentoring es una de ellas. Las empresas lo utilizan mucho para buscar a personas de alto potencial, prepararlas para poder acceder a puestos de mayor responsabilidad en la compañía. Aunque el objetivo sea ese, las compañías también están valorando mucho otros efectos, como el compromiso y la implicación de los trabajadores, la mejora del clima laboral. La compañía, al final, recibe mucho más de lo que esperaba.

-Todo esto tienen que ver con la filosofía de lograr ser feliz en el trabajo...

-Sí, contribuye bastante. Al final te das cuenta de que lo que nos está pasando es que no vivimos, y que una parte muy importante de vivir es la conversación, es el tiempo de poder compartir ideas, dudas, inquietudes, con una persona de confianza. Eso es precisamente lo que facilita el mentoring. Una hora al mes de conversación profunda, de confianza, en la que se trabaje tanto a nivel personal como profesional, produce efectos de felicidad, de entusiasmo y de motivación en las personas. ¿Cómo es posible que nos estemos perdiendo esto?

-¿Pero cuál es la fórmula para lograr esa felicidad laboral?

-No creo en fórmulas mágicas, ni en el trabajo, ni en la vida. Pero para mí hay varios ingredientes esenciales: conocerse muy bien y tener un alto nivel de consciencia y de autoconocimiento. Tener una actitud positiva también es muy importante en la vida, ser capaz de ver el lado positivo, generar estados emocionales positivos a pesar de lo negativo. Es muy importante saber detectar cuáles son tus capacidades y tus talentos. No puedo hacer cosas con lo que no tengo, porque eso acaba frustrando.

-¿Percibe aún hoy desigualdad de género en el ámbito empresarial?

-Sí, sí la hay. Por ejemplo, el tema de la conciliación sigue siendo cuestión de mujeres. En las empresas apenas oyes hablar de conciliar, el porcentaje puede estar entre un 10 y un 15%. Además, cuando los hombres dicen que concilian, lo hacen con satisfacción, con disfrute. Sin embargo, cuando oyes hablar a las mujeres, transmiten sensación de obligación y de carga, aunque evidentemente quieren a sus hijos y también cuidarlos. El verse solas con esa peso supone una doble carga: el trabajo y la familia. Esos conflictos trabajo-familia no los he percibido a día de hoy en ningún hombre y sí en el 80% de las mujeres que conozco trabajando en el mundo de la empresa. Y con el handicap añadido de que muchas veces ni siquiera se habla de ello, porque las mujeres perciben que hablar de tema de conciliación es como que se están poniendo un demérito, un "no puedo con todo". Las desigualdades las hay.

-¿También salariales?

-Sí, el problema de muchas desigualdades es que son muy sutiles. Hay que desenmascararlas, hay que saber donde buscar y alzar la voz.

-¿Por ejemplo?

-Pues por ejemplo, en muchos complementos salariales. Tu puedes tener el mismo salario base con el mismo puesto de trabajo, pero hay determinados complementos que se aplican de distinta manera, con lo cual si los hombres tienen más complementos, ganan más.

-Empezó en La Curtidora. Avilés también cuenta ahora con la Escuela de Emprendedoras y Empresarias de Asturias, ¿cómo valora este recurso?

-Creo que podría hacer mucho más, pero hace falta un compromiso político. Para los recursos de los que dispone, está haciendo mucho. Creo que podría ser un referente en el impulso del emprendimiento y el empresariado femenino, trabajando en las desigualdades que existen, que son muchas.

-Habla de empresarios y empresarias, de mentores y mentoras, siempre está presente el doble género en su discurso, ¿se considera feminista?

-Totalmente. Tengo tanta convicción en el feminismo como en el mentoring. Yo no entiendo que haya mujeres y hombres que no sean feministas. El feminismo no es más que luchar por la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, y dudo que haya alguien que no quiera eso. No tiene nada que ver con otras historias. Yo, como mujer, puedo tener una empresa y muchos derechos gracias al esfuerzo de mujeres feministas que los conquistaron para nosotras, a fuerza de estar lastradas socialmente e incluso en la cárcel y agredidas. Estamos aquí por algo, y debemos esta gratitud al movimiento feminista.

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