La constitución de la Junta de Obras del Puerto de Avilés, de la que este año se conmemoran cien años, supuso la ruptura de un modelo de gestión portuaria casi monopolista que en poco o nada estaba ayudando al desarrollo económico de Avilés recién estrenado el siglo XX. Y eso era así porque las hulleras que a mediados del siglo XIX impulsaron el crecimiento portuario de Avilés al usar la ría como plataforma de exportación del mineral acabaron por "adueñarse" de los muelles y de sus elementos (caso de las grúas) al punto de que llegaron a convertirse en un freno a otras actividades, sobremanera en la dársena de San Juan de Nieva.

Este fue uno de los capítulos de la historia del puerto de Avilés sobre el que ayer arrojó luz el historiador Miguel Calleja Puerta, conferenciante en el Niemeyer en el marco del ciclo de charlas sobre el pasado de los muelles locales. "La Junta de Obras del Puerto, surgida de un gobierno liberal, vino a acabar con las prácticas de las empresas que se habían adueñado del puerto sin prácticamente invertir en su mejora y sin tampoco revertir al territorio los beneficios de su actividad. Podríamos decir que sentó las bases del interés público del puerto", explicó el ponente. "La Junta de Obras del Puerto, antecesora de la actual Autoridad Portuaria, tenía como objetivo centralizar, unificar y jerarquizar los modelos de gestión de los puertos españoles, hasta entonces marcados por los localismos. También ejecutar grandes obras de infraestructuras y garantizar la seguridad con dragados periódicos", detalló el historiador.

A excepción de los dragados, que desde hace más de una década se subcontratan, poco ha cambiado de aquella filosofía que inspiró a las centenarias juntas portuarias, incluso el reparto de cargos en el consejo de administración sigue teniendo, como antaño, connotaciones localistas, con presencia de representantes de los ayuntamientos, de la Cámara de Comercio y del tejido empresarial de la zona.