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Las caras del récord de La Curtidora

"Montar una empresa es un paso muy difícil", coinciden los emprendedores ligados al vivero, que este año cerrará con la histórica cifra de 29 nuevas firmas

Por la izquierda, Marta Frade, Carmen González, Marta García Sanabria, Luis Morodo, Verónica Sánchez, Menxu Contreras, Javier Llorente, Lluis Rodrigo Menéndez, Raúl Fuerte, María José García y Asier Martínez, en el interior de La Curtidora. RICARDO SOLÍS

El centro de empresas La Curtidora despedirá el año de su vigésimo cumpleaños superando una nueva marca, la de nuevas firmas instaladas. Desde el 1 de enero son 29 las sociedades que se han asentado en el centro, la mayor cifra de su historia. Los sectores de actividad son tan diversos como sus impulsores. Algunos han decidido poner en marcha sus propios negocios tras perder sus puestos de trabajo como consecuencia de la crisis, otros buscan dedicarse a lo que siempre soñaron y también hay quien da el paso como única alternativa laboral. En lo que coinciden todos ellos es en reprochar a los políticos que sólo se acuerden de los autónomos en campaña electoral y en lo complicado que resulta poner en marcha un negocio, con las trabas existentes. "Te venden como muy guapo el camino de emprender, pero es muy difícil", aseveran.

LA NUEVA ESPAÑA reunió a un grupo de emprendedores asentados en el último año en el vivero público avilesino para conocer cómo y por qué han puesto en marcha su propia empresa, así como sus motivaciones y críticas. Los entrevistados se abren camino en sectores tan diversos como la informática y las nuevas tecnologías, la rama del salud y el bienestar, las artes y gestión cultural o el asesoramiento a empresas y también a particulares.

Informática y tecnología

Raúl Fuente Vallina, ingeniero informático, dio el paso al emprendimiento a los 34 años, después de dos décadas trabajando por cuenta ajena. "Empecé a hacer programas por mi cuenta. Con internet es muy fácil dar visibilidad hacia los clientes. Creía que había llegado el momento de decidir si quería seguir trabajando por cuenta ajena o emprender. Y me tiré a la piscina", explica. Este gijonés desarrolla software especializado en comercio electrónico desde el espacio de coworking del vivero avilesino. "Lo más complicado es no disponer de un sueldo fijo todos los meses, tienes que ser muy disciplinado", sostiene este emprendedor, que lamenta la escasa respuesta que encontró por parte de las administraciones a la hora de poner en marcha su negocio. "Muchas veces vas a informarte sobre dudas y ni siquiera te las saben responder. Sientes que estás a punto de dar un paso sin saber lo que te espera", concluye.

Javier Llorente, vallisoletano afincado en Raíces (Castrillón), ha puesto en marcha a sus 51 años, y de la mano de dos socios, la firma "Solucpro", especializada en la venta de instalación de equipos audiovisuales. Dio el paso cuando la compañía gijonesa para la que había trabajado los últimos 20 años afrontón una reestructuración en plena crisis económica. "Llevamos un año y nos va bastante bien", asevera. La ventaja de su nueva etapa profesional, dice, es "la ilusión que supone poder hacer lo que siempre has querido, en vez de lo que otros te mande". Pero también hay inconvenientes. "Tienes que aportar dinero por adelantado. Trabajamos mucho con instituciones, así que cobras a 60 días, pero pagamos al contado", argumenta.

Arte y cultura

El bilbaíno Asier Martínez cambió su ciudad por Avilés cuando descubrió que podía vivir de alquiler por 350 euros. Lo de emprender lo tiene superadísimo, asegura. Puso en marcha hace siete años una ingeniería en Bilbao. "Me pasaba doce horas currando en algo que no me gustaba", reconoce. Así que hizo la maleta, cambió la ciudad del Guggenheim por la del Niemeyer y montó un estudio de fotografía en Fernández Balsera. "Tuve muchos gastos y ninguna ayuda. Me dio un vuelco el corazón cuando fui al Ayuntamiento a tramitar la licencia de apertura y me dijeron que tenía que pagar 1.900 euros", asegura. Echó el candado y cambió de ubicación. "En La Curtidora, ya he pasado por dos etapas: primero dando clases de fotografía en la sala polivalente, y desde el pasado agosto, con el nuevo estudio", explica.

La corverana Marta García Sarabia es una veterana del emprendimiento, pese a su corta edad. A sus 23 años, esta Musicóloga y experta en Patrimonio Musical trabaja desde casa, pero está domiciliada en el vivero público avilesino. Se dedica a la producción, gestión y difusión de eventos musicales. "Me he domiciliada por la correspondencia. Por ahora ganar, no gano nada. En este mundo necesitas padrinos y yo no los tengo. Toca tirar de profesionalidad e imaginación", dice.

Gestoría y consultoría

La avilesina María José García se vio de patitas en la calle, pero obtuvo un título de gestora y decidió dar un paso al frente. Ha puesto en marcha en la antigua fábrica de curtidos una gestoría administrativa, especializada en tráfico y vehículos. "Llevar un negocio una sola persona es difícil, es mucho trabajo, pero estoy muy contenta e ilusionada", afirma. Con quien no lo está tanto es con los políticos. "Hasta ahora, no había escuchado ni una sola proposición clara para favorecer a los emprendedores. Pues ahora no dejan de hablar de ayudas complementarias a los autónomos", protesta.

"Te venden que emprender es lo más fácil para salir del paro y que quien no emprende es un tonto. Hay que analizar todo lo que conlleva poner en marcha un proyecto empresarial, no todas las ideas son viables y te están empujando al fracaso por tener un parado menos en las estadísticas", opina Lluis Rodríguez Menéndez. Este mexicano de padres pravianos, se dedica en La Curtidora a la consultoría en comercio exterior especializada en el mercado mexicano. "En México trabajé con empresas extranjeras que querían hacer inversiones en el país. Llegué a España hace cuatro años y realicé cursos para desempleados, un máster en la Universidad de Oviedo y llegué a pasar seis meses a Londres, donde trabajé en un restaurante de comida rápida. Creí que había llegado el momento de ponerme por mi cuenta, algo que tenía pensado hacer más adelante", explica.

Su negocio (Cuenca, Reyes, Zavala & asociados) germinó en el semillero de empresas y ahora está instalado en la zona de coworking, "un espacio muy cómodo y acorde" con sus necesidades. ¿Y qué diferencias aprecia con la emprendeduría en su país? "Allá no hay tantas ayudas, pero tampoco tantas trabas".

Salud, deporte y estética

La jerezana Menxu Contreras acabó en Avilés por amor. Se casó con un asturiano en el circuito de Jarama (le apasionan las motos) y ahora pone en forma a sus clientes en la nave 110 de La Curtidora, donde desarrolla entrenamientos personalizados. Con anterioridad trabajó en geriátricos y gimnasios. "El empresario hace contigo lo que le da la gana. Trabajé con ancianitos a los que les cobraban 1.400 al mes y los jefes te obligaban a pasar de ellos, un dolor. Así que decidí que no se iban a reír más de mí", relata.

Buscó asesoramiento para poner en marcha su negocio propio, pero las gestiones resultaron infructuosas. "Pero empecé a trabajar con un chico que había puesto un gimnasio aquí, en agosto lo dejó y me quedé con el negocio. Y estoy más a gusto que un arbusto. Este es uno de los únicos sitios que he visto donde vas a trabajar contenta", sostiene.

Marta Frade, auxiliar de enfermería, y Carmen González, técnica en Recursos Humanos, se conocieron en un curso de estética en una peluquería avilesina, donde recalaron tras verse en la calle por la crisis. Ya en el paro, siguieron formándose en sus profesiones, pero se percataron de que no había luz al final del túnel. "Decidimos poner en marcha un salón de estética. Nos encontramos con muchas dificultades. En un principio, queríamos instalarnos en casa, pero teníamos que pagar 600 euros. Tras varias malas experiencias en busca de asesoramiento, encontramos ayuda en La Curtidora", explica González. Se han instalado hace tan solo unos días, bajo el nombre de "Karma Esteticistas", "un refugio de tranquilidad" que también prestará servicios a domicilio para personas mayores.

El más veterano en esto de la emprendeduría es Luis Morodo, que se hizo autónomo hace ya 24 años. En La Curtidora, a los 44, ha puesto en marcha una consulta más de su Centro de Bienestar Astur (cuenta ya con dos en Oviedo), donde trabaja codo con codo con Verónica Sánchez. Este nutricionista especializado en deporte y estética ofrece servicios de mejora de hábitos alimenticios y asesoramiento para el control de peso a través del deporte. A las administraciones sólo les pide es que "no pongan dificultades". Morodo acaba de correr su primer maratón en San Sebastián. La suya, como la del resto de emprendedores de La Curtidora, es una carrera de fondo.

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