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JULIÁN FUENTES RETA | Director de "Cuando deje de llover", mañana en el Centro Niemeyer

"Les pedimos a los próximos gobernantes que estabilicen el barco en el que vamos"

"'Cuando deje de llover' ha sido una producción que hicimos sin el afán de ir a ningún sitio, pero luego llegaron los premios y nos sorprendieron"

Julián Fuentes Reta.

Julián Fuentes Reta es el director de "Cuando deje de llover", un drama de Andrew Bovell que es también una saga y que se llevó tres premios "Max" en sus categorías más importantes, incluida la de mejor dirección escénica. El espectáculo -coproducido por el teatro Español de Madrid- llega mañana viernes (20.30 horas) al auditorio del Centro Niemeyer. Fuentes Reta no viajará a Avilés: "Tengo que trabajar", dice.

-En Avilés está la segunda persona que confió en nosotros al comienzo de todo esto.

-Antonio Ripoll.

-Sí, claro. El primer bolo de "El proyecto Laramie", nuestra primera producción, lo hicimos en Avilés.

-Pero ahora vienen con "Cuando deje de llover".

-El viernes.

-¿Qué tenía este texto?

-Pues que es fantástico. Habla de lo universal a partir de una historia particular. Y esa es su principal virtud: es una obra que interpela al espectador en persona y, al tiempo, le permite contemplar el mundo a vista de pájaro.

-Un texto de un tipo raro, ¿no?

-Bovell es un autor contemporáneo que sí, que se conoce poco. En Australia, sin embargo, está absolutamente consolidado. Pero, claro, en Australia. Muy lejos.

-Estamos ante una saga familiar...

-Que dura cien años. Comienza a finales de los cincuenta y alcanza el año 2039. Pasa por los sesenta, los ochenta, la actualidad y luego se proyecta al futuro.

-Un lío.

-No se crea. La estructura es emocional. Bovell cuenta la historia siguiendo un planteamiento claro: qué parte de la vida del padre influye en el nieto. Por esta razón, el desarrollo de la función al final se hace sencilla.

-Leí que son capas sobre capas... ¿como "Pulp Fiction"?

-Usted lo ha dicho. Algo así.

-Comenzaron con "El proyecto Laramie", siguieron con "Los iluminados" y ahora se meten de hoz y coz con "Cuando deje de llover". ¿Fue premeditado?

-Nos hemos dado cuenta, claro, a posteriori, que todos los espectáculos se centran en la identidad. En "El proyecto Laramie" hablamos de la identidad en un ambiente creado por un delito homofóbico. Luego vino "Los iluminados" y ahí va del impacto de la familia en la identidad propia. En "Cuando deje de llover" ya no tiene que ver la identidad sexual o la familiar, es todo eso, pero es algo más.

-Y con todo esto, triunfaron en los "Max".

-Sin falsa modestia le diré que fuimos los más sorprendidos, sorprendidos agradablemente, claro.

-¿Y ahora?

-Ahora estoy en el dique seco. Estos premios fueron muy emocionantes. "Cuando deje de llover" fue una producción que hicimos sin el afán de ir a ningún sitio, pero luego llegaron los premios y nos sorprendieron tanto a nosotros.

-¿Cómo se monta un espectáculo con diez actores en estos tiempos que corren?

-Pues con poca escenografía. Trabajamos en horizontal: no sólo cuenta mi opinión, no hay genio de la lámpara; cuenta la de todos los demás. Los actores y también los técnicos. Somos dieciséis. Llegas más lejos si es en compañía de otros.

-¿Qué le pide a los próximos gobernantes?

-Que estabilicen el barco en el que vamos y que gobiernen sabiendo de verdad lo que pasa en este país.

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