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IGOR PASKUAL | Cantante, actúa el martes día 29 en la Sala Club del Centro Niemeyer

"Si tuviera imaginación, podría escribir como Bruce Springsteen"

"En 'Tierra firme' hay elementos de ruptura; me alejo del rock ortodoxo para hacer uno que no está obsoleto"

Igor Paskual, durante un concierto en el teatro de la Laboral de Gijón. ANGEL GONZÁLEZ

Igor Paskual del Valle (San Sebastián, Guipúzcoa,1975) es uno de los músicos más preclaros de la escena nacional y, en consecuencia, una referencia a este lado del Pajares. Fue el líder de "Babylon Chat" en los gloriosos años noventa del Milán (Oviedo) y, comenzado este siglo, se colocó junto a Loquillo. Con él ha tocado en todos los lugares posibles y ha escrito lo mejor de sí mismo. Sin embargo, no ha olvidado su carrera individual. El próximo día 29 de diciembre presenta a las 21.00 horas, en la Sala Club del Centro Niemeyer "Tierra firme", su última publicación, un paso adelante en el camino para descubrir cuánto oculta de sí mismo en cada verso que compone. Paskual conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

-¿En "Tierra firme" hay algo más que en "Un equilibrio inestable"?

-Hay elementos de ruptura, sí. Me refiero a variaciones estilísticas, riesgos. Me alejo del rock ortodoxo para hacer uno que no está obsoleto. Sin embargo, las letras siguen siendo en primera persona. Y también hay varios puntos de vista: a una canción de amor le sigue una de infidelidad; a una sobre volver a casa, otra de huir muy lejos.

-¿En sus discos se descubre al verdadero Igor Paskual?

-Realmente, lo que sucede en la música es muy distinto a lo que pasa en el teatro, por ejemplo. Pero, en mi caso, se debe a mi absoluta falta de imaginación. Si la tuviera, podría escribir, como Springsteen, la historia de un veterano del Vietnam que vuelve a casa. Lo que sí que tengo es una vida verdaderamente inspiradora, así que sí, si escucha mis discos descubrirá una autobiografía como son todas las autobiografías: muy engañosas.

-Es usted músico y también escritor.

-Y, de cuando en cuando, doy clases. Hago, además, columnas deportivas. Pero considero que todo esto forma parte de lo mismo: mi interés por el mundo. Me gusta el arte, la música, la literatura, pero también el fútbol o la noche. Todo esto hace de mí el que de verdad soy. No siento, por eso, que decir que hago música o escribo sea muy distinto.

-¿Qué sucedió en El Milán, en Oviedo, en los años 90, para que se produjera un estallido cultural del que salió, por ejemplo, usted con "Babilon Chat"?

-Es una buena pregunta. Fue una mezcla de casualidades. En el marco de cinco o seis años un montón de personas quisimos dar rienda suelta a nuestras inquietudes. Y hubo músicos, pintores, actores de teatro o periodistas. El ambiente que se vivía en El Milán contribuía a ello y permitió que cuajara. Cosas tan singulares como la disposición de las facultades o, incluso, los arcos de la antigua cafetería. Si vas a la actual la encuentras inhóspita. Se parece a la de un hospital. Y no se hacen grupos de nada. El sistema de evaluación que había entonces permitía que estudiáramos de otra manera. Entonces aprendíamos en las aulas, pero también fuera de ellas. Y lo que aprendíamos fuera de ellas era tan importante como lo que pasaba en clase. Había una diferencia fundamental: la Semana Cultural la hacíamos los alumnos. Ahora no, ahora es cosa de las instituciones. No sé si recuerdas aquel reportaje de "El País de las Tentaciones" en el que se hablaba del Milán como un foco de atracción cultural de primer orden. El Milán fue como una zona franca: estaba en Oviedo, pero no pertenecía ni a Oviedo, ni a Gijón, ni a Avilés. Los que nacimos entre 1970 y 1975 sabemos de lo que hablo. Fue muy divertido.

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