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Los orígenes de un servicio indispensable en la actualidad

Cuatro siglos de la "privatización" del agua

Una investigación reivindica la figura de Gonzalo de la Bárcena, que en 1583 se encargó de diseñar la traída hasta la ciudad por orden del Ayuntamiento

La investigadora Cristina Heredia. Ricardo Solís

El Ayuntamiento de Avilés le encargó a Gonzalo de la Bárcena en 1583 que diseñara los caños de San Francisco, al pie de la actual iglesia de San Nicolás. Pero no sólo eso. Le encargó además el proyecto de traída de agua desde el manantial de Valparaíso (Miranda) a la villa y también a Sabugo. "Aquello fue un síntoma de progreso", comenta la investigadora y documentalista independiente Cristina Heredia Alonso (Gijón, 1980), autora de la tesis doctoral "Las traídas de aguas del Cantábrico en el siglo XVI", un trabajo del pasado año 2014 en el que se reivindica al maestro de fuentes, arquitecto y empresario cántabro Gonzalo de la Bárcena. "Un personaje nada conocido, pero muy relevante para la época: llegó a ser Fontanero del Rey", señala. "Nuestro trabajo como historiadores es dar a conocer la labor realizada para conformar el patrimonio de la ciudad", señala. Traer el agua a una ciudad era contribuir a colocarla en el mapa de la primera división. "Dejaba de ser un núcleo rural y se transformaba en un zona moderna", apostilla Cristina Heredia.

Gonzalo de la Bárcena procedía de la merindad de Trasmiera, en la actual comunidad autónoma de Cantabria, entre Santander y Santoña. "Posiblemente, naciera en torno a 1535 en la localidad de Güemes", en plena merindad, una comarca dedicada principalmente a la cantería: corte de piedra, labra... Casi todos los transmeranos eran canteros. Se inició, de hecho, en el negocio local, pero muy pronto evolucionó a maestro de fuentes y arquitecto. "Buscaba una mejora profesional en un momento en el que se estaban realizando obras de primera envergadura como el claustro catedralicio de Santiago o el monasterio de San Lorenzo de El Escorial", apostilla Heredia.

"De hecho, fue Felipe II quien le nombró Fontanero del Rey, que era el título mayor al que podían aspirar entonces los profesionales de la materia hidráulica", apunta la investigadora. "Ese título se alcanzaba por haber trabajado directamente para el Rey? y él lo hizo en Simancas", apostilla Heredia. En calidad de Fontanero del Rey se presentó ante el consistorio avilesino para ofrecer sus servicios: quería realizar una obra que los vecinos venían reclamando con denuedo. Y la realizó. "Y aquí sigue, en la actualidad. Los caños de San Francisco es la única fuente de Asturias con autor conocido", subraya la investigadora.

"Muchos maestros canteros proyectaron traídas de agua y fuentes? pero fracasaban. Gonzalo de la Bárcena había creado una asociación en compañía de Pedro de la Bárcena y Juan de Caxigal para hacerse con los contratos municipales: los tres juntos estaban capacitados para garantizar la perdurabilidad de la obra encargada", explica Heredia. Funcionaban, señala la investigadora, como una cooperativa moderna: "Se repartían los ingresos a partes iguales". Pese a ello, Gonzalo de la Bárcena era el atractivo principal de la compañía: tenía prestigio y contactos en la corte y eso, a los ayuntamientos, dejaba ciegos. "Había concursos públicos para proyectos y también para obras", reconoce Heredia. Y un nombre como el de De la Bárcena era un imán para gobernantes alejados del mundo, tal como eran, por entonces, los de la villa de Avilés. "De la Bárcena tenía mucha repercusión", señala la investigadora.

Las obras públicas se podían alargar eternamente: por falta de dinero, la mayor parte de las veces. Por eso, De la Bárcena no dejaba de captar contratos municipales en Asturias, Galicia, Castilla o Aragón. Era el modo de seguir haciendo caja. "Se cobraba el proyecto y, después, el desarrollo de la obra, que se dividía en etapas", apunta Heredia. Gonzalo de la Bárcena fue el adjudicatario del proyecto de Avilés -el plan de obra-. "A Pedro de la Bárcena le concedieron el desarrollo de los trabajos", señala. ¿Ya había corruptelas? "No está documentado, aunque es cierto que los ayuntamientos, ya entonces, tenían sus propios intereses", dice la investigadora. Así pues, Gonzalo de la Bárcena funcionaba como arquitecto estrella, tracista o proyector, y su pariente -quizá su primo- Pedro de la Bárcena y el tercer socio (Caxigal), de aparejadores encargados de la obra material.

"Desconocemos cuál era el patrimonio de De la Bárcena. No se ha hallado su testamento, pero, por otros casos semejantes, podemos intuir que era destacada. Sabemos, eso sí, que tenía una gran biblioteca con tratados clásicos de obras públicas y esto era síntoma de riqueza", apunta con prudencia la investigadora.

Los años en que De la Bárcena llega a Avilés no fueron los mejores para la economía de aquellos tiempos. "La población no dejaba de crecer y la necesidad urgía: había que reparar murallas, puentes, caminos. Y comenzar con los proyectos de traídas de agua", dice Cristina Heredia. En este contexto desarrollaron sus negocios Gonzalo de la Bárcena y sus socios. Antes que ellos el trabajo había quedado en manos de Juan de Cerecedo. "Pero había fracasado", recuerda la investigadora. Se da circunstancia de que Cerecedo fue también el primer proyectista del acueducto de Los Arcos, en Oviedo. "Pero también fracasó", añade la investigadora. "Esa obra al final la tuvo que realizar De la Bárcena: tiró los arcos de Cerecedo y levantó los propios", apostilla. Parte de ellos se mantienen en la capital del Principado.

El fontanero se hace con el concurso del proyecto en 1583. Como puede suceder en cualquier obra pública, su materialización se dilató en el tiempo. El plan del trasmerano era sencillo: aprovechar la caída desde Valparaíso para traer el agua a San Francisco, San Nicolás y Sabugo, donde se levantarían las tres fuentes públicas. Sólo queda la de San Francisco, las otras desaparecieron en el siglo XIX. "De la Bárcena había ideado caños de bronce con cabezas de leones, no lo que hay ahora. El misterio es cuándo se modificó la idea inicial", apunta la investigadora. "Los leones eran símbolo real", recuerda Heredia. Y los reyes tienen mucho que ver en la consecución de la obra. "Gonzalo de la Bárcena acudió a sus contactos en la corte para pedir una provisión que el Ayuntamiento debía devolver al monarca por medio de impuestos. Era muy habitual", explica. Gonzalo de Bárcena tenía relación con Juan de Herrera, que construyó el monasterio de El Escorial y diseñó la traída de aguas de Valladolid. También con Benito de Morales, que hizo lo propio en Aranjuez. El fontanero que modernizó Avilés tenía una de las mejores agendas de su momento. "Aparte de Fontanero del Rey, fue Fontanero Mayor de Valladolid y de León", recalca Heredia.

La obra se inició finalmente en 1593 y se concluyó en 1596, trece años después del encargo. "Y eso que urgía", sonríe la investigadora. La compañía de De la Bárcena creó "bastante empleo": ceramistas, alfareros, maestros de caños... Poco después de terminar el encargo, el maestro de fuentes Gonzalo de la Bárcena falleció y su recuerdo se fue al sumidero de la historia. Cristina Heredia lo ha recuperado ahora en un año en el que el agua pública sigue trayendo modernidad a la ciudad, aunque sea a través de una multinacional enorme.

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