Más de dos mil gatos campan libres por Avilés, la mayoría concentrados en alguna de las 38 colonias callejeras que tiene censadas la asociación protectora SOS Gatos, una entidad cuya capacidad de actuación depende de la buena voluntad de sus miembros y que de un tiempo a esta parte se ve desbordada para poder atender los aspectos fundamentales de control de la población gatuna: el control de las enfermedades y la esterilización de las hembras, una medida que tiene por objetivo evitar la sobrepoblación de mininos. Faltan brazos y, sobre todo, dinero; la principal fuente de ingresos de la entidad son los donativos de la gente y éstos apenas dan para cubrir los gastos que se multiplican cada mes.

Más necesitados que nunca de apoyo, los miembros de SOS Gatos apelan de cara al próximo año a la responsabilidad del gobierno avilesino para que colabore económicamente, como en su día hizo el Ayuntamiento de Castrillón o como es costumbre en los concejos de Oviedo, Gijón y Mieres. "El problema en Avilés no son los perros o los gatos sin dueño; el problema es la falta de ética y sensibilidad hacia los animales sobradamente demostrada durante estos años", critican los miembros de la asociación protectora.

Los miembros de SOS Gatos, que apenas suman una decena, suelen saltar a las páginas de los periódicos cuando un animal está en apuros -ya han sido varios los casos de gatos que se quedan encerrados en lugares inverosímiles o que suben a lugares de los que luego no son capaces a bajar, lo cual obliga a intervenir a los bomberos- y cuando denuncian casos de envenenamiento de los minimos por parte de vecinos con pocos escrúpulos. Pero el trabajo diario de los voluntarios de SOS Gatos va más allá: atienden urgencias, vigilan la salud de los ejemplares con síntomas de estar enfermos, procuran la eutanasia a los gatos clínicamente desahuciados y realizan campañas de esterilización para mantener a raya el tamaño de la comuna gatuna.

La portavoz del colectivo, Pilar Fernández, cifra en un millar el número de gatas sometidas a operaciones de extirpación de ovarios y útero durante los últimos seis años: "Si cada gata puede tener una media de cuatro crías por camada y cada nueva hembra es fértil a los seis meses, es fácil imaginar la superpoblación que tendríamos en Avilés si no se llevasen a cabo estos controles de natalidad".

Pilar Fernández se ha convertido por méritos propios en la principal referencia avilesina de la lucha en pro de los derechos de los mininos callejeros; tanto es así que, pese a que la responsabilidad última de la atención a estos animales es del Ayuntamiento, la Policía Local le suele derivar a ella los casos de gatos en apuros de los que tiene conocimientos. Tanto Fernández como su red de colaboradores confían en que 2016 sea el año en que el Ayuntamiento tome conciencia de la situación y se implique más allá de fomentar la práctica "arcaica y salvaje" de capturar y exterminar los gatos; la alternativa que defiende SOS Gatos es el método conocido como CES: captura, esterilización y suelta (con la posible salvedad de adopciones de los ejemplares más sociables). "Cuando ese sistema está respaldado por financiación pública siempre es exitoso, como se viene demostrando desde hace décadas en Estados Unidos, Francia y Holanda o más recientemente en ciudades españolas", aseguran desde SOS Gatos. El objetivo final: crear condiciones para que los humanos y los felinos puedan convivir en buena armonía en la ciudad.