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El fin de los descartes en la merluza sume a la flota asturiana en un mar de dudas

El sector aún no tiene claro qué barcos están afectados, ni el protocolo para deshacerse de la pesca indeseada, ni cómo afectará a los cupos

Descarga de cajas de merluza en la rula de Avilés. RICARDO SOLÍS

La incertidumbre es la tónica dominante en el sector pesquero asturiano por la prohibición de los descartes en la pesquería de la merluza que entra en vigor mañana. Y es que aún no está claro ni qué barcos se verán afectados finalmente por la normativa europea, ni cómo será el protocolo para deshacerse de la pesca "inútil" ni cómo afectará la misma a los cupos. La federación regional de cofradías recibió el pasado lunes un listado de embarcaciones que tendrán que descargar todas sus capturas en el puerto, pero ésta no es definitiva y puede haber cambios en los próximos días.

Según esa lista, una treintena de barcos de palangre y una decena de volanteros estarían afectados por esa norma europea, además de todos los comunitarios. En principio, no tendrían que desembarcar todos los peces la flota de artes menores regional -por no cumplir los criterios requeridos por la Unión Europea- ni los arrastreros del Cantábrico Noroeste. Para entrar dentro de los barcos sometidos a la norma que prohíbe el descarte de las capturas no deseadas de merluza, éstos tienen que cumplir tres criterios: que la especie suponga el 10 por ciento del total de las capturas, que extraigan más de 10 toneladas de merluza y que usen mallas de más de 100 milímetros. "Si algún barco no cumple alguno de esos requisitos, no entraría en el bloque", explicaron desde la Federación.

Los pescadores se encuentran además con la circunstancia de que no han recibido instrucciones directas de cómo se tienen que hacer los descartes; el Gobierno solo mandó una circular el pasado 23 de diciembre "explicando un poco" la nueva situación. "Estamos un poco a ciegas, ya que se va a aplicar una normativa de la que se desconocen las consecuencias", afirmaron fuentes pesqueras. Por ejemplo, no hay explicaciones claras sobre qué hacer con aquellos pescados que no llegan a la talla mínima: "Ese pescado no se puede comercializar y hay que buscarle una salida, algo que es responsabilidad del armador. No se sabe si se podría destinar para harinas o para la industria farmacéutica". En esa misma disyuntiva están los pescados para los que ya no hay cuota. " No se pueden vender para el consumo humano", aseguraron las mismas fuentes. También hay incertidumbre acerca de cómo pueden afrontar las lonjas la llegada de pescado que hasta ahora se tiraba al mar, ya que requiere una nueva logística.

La política de descartes obliga, según explicaron los afectados, a colocar por separado esas capturas no deseadas en el propio barco y, en el puerto, tiene que haber infraestructuras para su depósito -sobre todo congeladores- hasta que se decida qué se hace con ella. "Tendrán más problemas las lonjas pequeñas que las grandes. De todos modos, están muchas cosas sin definir", concluyeron los responsables de la federación regional de cofradías.

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