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Réquiem por los castros

La comarca cuenta con una decena de asentamientos prerrománicos apenas investigados y en riesgo de desaparición

Réquiem por los castros

Diez castros, todos ellos sin investigar, jalonan la comarca avilesina. La reciente polémica por el veto administrativo a intervenir en el castro gozoniego de Podes viene a poner de relieve el potencial inexplotado de la comarca en lo que a patrimonio prehistórico se refiere, en su doble vertiente de recurso cultural y turístico. Castrillón y Corvera concentran la mayor parte de esta riqueza inexplorada, de restos propios de los poblamientos que se asentaron en la región antes de la llegada de los romanos. "Es lo que en otros países llaman arqueología céltica, que se utiliza como recurso turístico", explica el arqueólogo experto en castros Alfonso Fanjul, autor de un trabajo que lleva por título "Los castros de Asturias" y en el que recopila en torno a 250 yacimientos castreños desperdigados por toda la región.

Según este trabajo, en la comarca se ubican los castros de El Cantu la Figal (Nieva), el ya mencionado de El Castiellu (Podes) y Los Garabitales (Granda), todos ellos en Gozón; en Corvera están el Pico Castiello (Molleda) y Xunceo, mientras que en Castrillón está el de La Peñona (San Amaro) y en Soto del Barco El Castillo de San Martín. Además identifica otros tres "castros dudosos", todos ellos en Castrillón: los de Armada, el Castro de Quiloño y el Barrial.

El misterio que encierran los modos de vida de aquellos pobladores celtas va poco a poco revelando nuevos datos, fruto de diversas investigaciones arqueológica. Y así, según afirma Fanjul, "cada vez la arqueología va demostrando que eran tribus mucho más complejas de lo que pensábamos y de lo que los romanos decían". Así, los análisis demuestran que estas comunidades tenían una agricultura intensiva y una notable actividad comercial.

Los castros se distribuyen por toda la geografía asturiana; sin embargo son numerosos los que se ubican en la costa, como es el caso del ya antes mencionado de Podes. Alfonso Fanjul compara este poblamiento con el de la Campa Torres en Gijón. Y puede sorprender esa cercanía al mar, tantas veces inhóspito. Sin embargo el arqueólogo explica que la vida se desarrollaba al amparo de una muralla de entre 3 y 4 metros de altura. "Las chozas en paralelo estaban perfectamente protegidas del viento". Lo que aportaba la costa a estos pobladores era tanto recursos marinos (los concheros demuestran el alto consumo de moluscos) como la facilidad del comercio. "Había ya un comercio intensivo antes de que llegaran los romanos, con productos de lujo", afirma. Así, en la Campa Torres fueron hallados recipientes ibéricos que traían confiturasprocedentes de Alicante. Los astures exportaban, fundamentalmente, metales. Ese comercio de lujo deja anécdotas curiosas, como el reciente hallazgo de los restos de un mono de Gibraltar en un castro de Irlanda.

No obstante, son muchos los interrogantes que siguen abiertos. Fanjul señala, por ejemplo, la incógnita de lo que ocurrió tras el conflicto con los romanos. En el año 25 antes de Cristo terminaron las Guerras Asturcántabras, y sin embargo los restos de poblamiento típico romano comienzan a fecharse un siglo más tarde. "Nos empezamos a plantear ahora que pudo haber casi un siglo de conflictividad, y los efectos que ello habría supuesto sobre el paisaje y el poblamiento". Otra de las líneas de investigación abiertas es por qué en la mayoría de los castros astures, sobre todo los del centro y oriente de la región, hay un vacío en la ocupación de los poblados cuando llegan los romanos. Y no ocurre así, sin embargo, en occidente, donde hay continuidad. El castro de Podes es un ejemplo de esa ruptura: los restos cerámicos detectados son prerromanos, pero no romanos, por lo que parecen indicar ese cese de actividad posterior en el poblado.

"Hay tal cantidad de castros sin excavar como preguntas por responder, y muchos además se estudiaron sin análisis de ningún tipo. Es más, todo lo que se excavó antes de la década de los años 90 podría revisarse", sostiene Alfonso Fanjul. Hasta ahora sólo se excavaron en Asturias unos 25 castros, un diez por ciento de los que existen. "Pero de esos, sólo 16 se investigaron realmente bien; y con informes completos apenas hay una decena". La arqueología castreña tiene en Asturas ya más de dos siglos de historia, ya que comienza a finales del siglo XVIII con la excavación de la Campa Torres por parte de un grupo de estudiosos capitaneado por Jovellanos. En la comarca avilesina está todo por hacer, y la parte positiva es que las nuevas técnicas y herramientas empleadas en la investigación arqueológica permitirán conseguir unos resultados de mucha mayor calidad que la que hubieran tenido hace años.

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