Cuando entra por la puerta del elegante recinto se aviva la luz de su mirada. Apenas quedan ya rescoldos en su mente. La demencia ha causado estragos.

El delegado de ventas lo sabe. Lo reconoce una vez más. Una de tantas. Sabe que con él no habrá ni comisiones ni venta. Aún así, ello no es motivo para rechazar a un cliente emocionado.

"Un Mercedes". Su mente, ofuscada por la enfermedad, mantiene intacta su mayor ilusión y parte de su pasado: conducir... No éste o aquél. No. Conducir un "Mercedes".

El delegado de ventas abre y cierra las puertas del vehículo, enciende y apaga luces y pilotos, muestra la carrocería y el habitáculo, los extras y los elementos de serie. El cliente se acomoda, acaricia y sueña...

El delegado de ventas no ha olvidado que no venderá. No hay posibilidad. No importa. Con infinita paciencia, amplia sonrisa y ternura infinita, devuelve el entusiasmo a una mente niña, confinada en un adulto desorientado. Le ha dedicado su valioso tiempo.

No ha sido en balde. Aún sabiendo que no vendería hace algo loable. Nuevamente, una vez más, le regala humanidad. Una actitud, en verdad como "el Mercedes" que el cliente anhela. Una actitud "de alta gama".

El niño adulto ha sido feliz. Hasta la próxima visita, su mente ya tiene de que ocuparse y que sentir. Gracias, Francisco Díaz-Faes Roja, delegado de ventas del concesionario Mercedes Benz de Avilés.

Atentamente, una esposa muy agradecida.