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Los plumeros expulsan a las aves

El colectivo Mavea prepara un estudio para constatar que la proliferación de hojas de la Pampa daña la biodiversidad del concejo e impide el asentamiento de pájaros

César Álvarez, a la izquierda, y David Díaz, con un plumero, cerca del cuartel de Bustiello. MARA VILLAMUZA

Nadie sabe a ciencia cierta cómo desembarcó en España la hierba de la Pampa, cuyo nombre científico es "Cortaderia selloana" y que se conoce popularmente como "plumero". Pero lo que es un hecho es que la expansión de esta planta invasora, procedente de América del Sur, se ha convertido en un fenómeno altamente llamativo con connotaciones dañinas para la biodiversidad. La agrupación ecologista Mavea acaba de iniciar un estudio para documentar en qué medida es perjudicial no sólo para otras especies vegetales, a las que desplaza, sino también para los animales.

Y los primeros resultados, tomados en este mes de enero, son abrumadores: en el "plumeral" de Maqua, el más extenso del concejo (100.000 metros cuadrados), apenas contabilizaron cinco pájaros. En otro terreno de dimensiones similares, también con vegetación de ruderal (la que aparece en hábitats alterados por la acción humana), las aves se cuentan por cientos. El estudio continuará durante todo el año. "Lo único que crece dentro de las plantas son nidos de rata", explican David Díaz y César Álvarez, miembros de Mavea.

Los movimientos portuarios pueden haber tenido gran culpa de la "importación" de esta planta. Y también su aspecto decorativo, con vistosos plumeros, que la hizo apetecible para parques y jardines. Su éxito expansivo se debe al gran número de semillas que propagan al viento sus plumeros y a su rápido arraigo en los terrenos húmedos y fríos del norte de España y Portugal, especialmente, en los terrenos degradados, como cunetas, desmontes de tierra, márgenes de las autopistas y solares abandonados. Los "plumerales" cercan ya el concejo avilesino y se pueden encontrar tanto en las orillas del perímetro urbano, a escasos metros de las viviendas -La Magdalena, Valgranda...- como en áreas marginales, en el entorno de Los Canapés, los terrenos sin uso del polígono de la ría y la gran extensión que se mece al viento junto a la depuradora de Maqua, entre otros lugares.

La primera vez que César Álvarez vio un plumero fuera de un jardín fue a finales de la década de los años 80 en Zeluán. "De aquella estaba en la Universidad y apunté durante años los plumeros que había en la autopista. Eran muy pocos, una docena. Hacia el cambio de siglo volví a repetir la cuenta. Se habían multiplicado". De esta forma Álvarez sitúa en la década de los años 90 el principio de un problema para el que todavía no se ve solución.

Un plumero, al año de nacer, ya comienza a generar plumas y semillas. Y a partir de ahí continúa la tarea de propagación, que acaba con las especies vegetales del entorno. Uno de los "semilleros" más recientes de plumeros está en la urbanización de La Magdalena, donde en 2012 no había ningún ejemplar y ahora ya está plagado de ellos. En esta época del año los plumeros están ya secos e inactivos, pero en verano renuevan sus semillas y comienza de nuevo la propagación de la especie. Por eso para que al menos no continuara aumentando el número de ejemplares sería necesario eliminar los plumeros de las plantas antes de que suelten sus semillas.

Y es que acabar con la hierba de la Pampa no resulta sencillo. Sólo hay dos fórmulas: arrancarlas completamente, asegurándose de que no quede nada de la raíz en la tierra, o inyectarle un herbicida tras hacer un corte en la planta. El fuego no acaba con ellas: todo lo contrario, arden con facilidad y pueden generar incendios importantes, como ya ocurrió en Cantabria, pero después vuelven a resurgir con más fuerza. Los miembros de Mavea sostienen que la única forma de evitar su expansión es hacer un plan de choque, algo que requiere una dotación presupuestaria importante, y después mantenimiento, porque de lo contrario el trabajo sería en balde.

Algunos ayuntamientos de España están aprobando ordenanzas para intentar detener la expansión de la cortaderia, aunque ninguno en Asturias. La planta forma parte del catálogo de especies invasoras de España, y por ley está prohibido tenerla, pero nadie vela por que se cumpla este veto. "El dueño del suelo donde está la cortaderia tiene responsabilidad, habría que exigírsela", sostienen los ecologistas.

La hierba de la Pampa no es la única planta invasora que arraiga en terrenos asturianos. Al margen del eucalipto, que pese a su uso para el negocio maderero forma parte también de las llamadas especies invasoras, hay otros muchos ejemplos, como la uña de gato, la lila de verano, la margarita africana, la yuca, la mimosa... Lo que pasa es que la expansión de los "plumerales" es especialmente veloz y abarca ya a multitud de espacios. En verano millones de semillas volverán a buscar suelo donde enraizar en todo el centro y costa asturiana.

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