Hace diez años, Avilés puso los mimbres de su futuro urbanístico con un plan ambicioso que ordenaba el desarrollo de la ciudad. La construcción de vivienda, la creación de nuevo suelo industrial, la llegada de la nueva centralidad y la mejora del casco histórico fueron los ejes de un documento que, tras una década, se ha quedado desfasado por "irreal". La crisis económica fulminó muchos de los proyectos previstos, ligados a la ejecución de infraestructuras necesarias para la ciudad, como la construcción de viales prioritarios o la apertura de nuevas zonas verdes. Ahora, según la oposición, sería el momento de una revisión en profundidad para adaptarlo a las necesidades actuales.

De las 13.000 viviendas previstas, apenas se han construido unos pocos centenares en esta década. Del plan ideado para dar una nueva cara a los terrenos de la Isla de la Innovación, más de 570.000 metros cuadrados de terreno junto a la ría de Avilés, solo ha fructificado la construcción del Centro Niemeyer; el resto, está pendiente de una modificación del plan urbano que aún no ha conseguido el beneplácito de la oposición por no tener a los sindicatos de cara, ya que afecta al futuro del Centro de Investigación de Arcelor.

Con el plan de mejora del casco histórico, el gobierno local se encontró de frente con los propietarios afectados por una propuesta que pretende dar una nueva imagen a la "joya" avilesina. Tras alegaciones y juicios, el PSOE decidió ponerse de nuevo manos a la obra y elaborar un documento que avalara los implicados. Y parece que ahora, tras una década de camino, ha dado con la tecla correcta. Y queda el suelo industrial, con Retumés como gran plan, que se ha quedado en barbecho por las dificultades de ejecución del proyecto.

Decía entonces Alfredo Iñarrea, en 2006 concejal de Urbanismo, que en los próximos años era posible un desarrollo urbano "inteligente, orientado al bienestar de las personas, que no conciba el urbanismo solo como negocio". Era un deseo loable, pero que quedó en agua de borrajas cuando al año de aprobar el documento, España se sumió en una profunda crisis, que tiró por tierra toda la planificación.

"El Plan Urbano es un fracaso total. Está planteado en un periodo de boom urbanístico y especulativo que se vivió tanto en Avilés como en el resto del país. El plan significaban 17.000 nuevas viviendas. Ahora, la situación es la contraria", afirma David Salcines, portavoz de Somos Avilés. En términos parecidos, habla Constantino Álvarez, concejal del PP: "Se hizo pensando más en hacer caja, en las plusvalías de los convenios, que en el desarrollo ordenado de la villa".

Según Salcines, el propio gobierno local, en manos del PSOE, reconoce que no hay la misma situación que cuando se aprobó el documento y que hay "que repensarlo". "Ya hemos convertido en suelo urbano gran parte de la ciudad y, ante eso, habría que llegar a acuerdos con las constructoras para dar opciones para su posible ejecución. El problema es que Avilés no tiene ahora una necesidad de vivienda libre sino de protección", afirma el portavoz de Somos. Por ello, aboga por abrir el debate y revisar el diseño de la ciudad, no solo el suelo destinado a viviendas, sino también el industrial. "Lo que el plan deja es un poso de reflexión. El priorizar la económica de una ciudad en torno al desarrollo del ladrillo tiene estos peligros; hay que ir sobre economía real y no especulativa. La prioridad deben ser las personas y no las constructoras", concluye.

Alejandro Cueli, de Izquierda Unida, también considera que el Plan Urbano fue diseñado "para una realidad que ya no existe". "Creo que es necesario revisarlo, pero sería conveniente no precipitarse. Hay que negociar y ver las expectativas y saber hacia dónde vamos y las necesidades que va a tener esta ciudad", explica. No obstante, cree que lo prioritario debe ser la aprobación del plan de mejora del casco histórico.

Eso sí, para ir avanzando y no tener que esperar a una revisión completa del documento, Cueli apuesta por revisionar actuaciones concretas, como el de La Llamosa y el de la ermita de La Luz, que permitiría desbloquear la ejecución de la carretera que tiene que unir la rotonda de Los Canapés con la Autovía del Cantábrico.

"Del plan no se pudo desarrollar casi nada. Las previsiones de crecimiento se vinieron abajo al año siguiente de aprobar el documento y echó todo al traste. A partir de ahí, ese plan heredado queda sin mucho valor. Ahora no hay expectativas de gran cosa. Y de ahí que haya que ir al consenso y al diálogo", apunta.

Por su parte, Juan Cuesta, portavoz de Ciudadanos, también se sumó a la teoría de que hay que revisar al completo el plan. "Uno de sus objetivos principales fue el recaudatorio y se proyectaron muchas viviendas con una previsión irreal. Y ahora, todas esas previsiones que se hicieron en las afueras de la ciudad ya no valen. Sería interesante potenciar el centro para que los jóvenes vuelvan a vivir allí y para ello habría que apoyar la rehabilitación". Cuesta calificó de "megalomaniacos" proyecto como la Isla de la Innovación. "Parece que lo quieren echar a andar otra vez con el Parque Científico-Tecnológico", dice. En parecida línea se manifiesta Agustín Sánchez, portavoz de Ganemos. "No ordena los grandes ejes de comunicación, entradas a la ciudad, estación, vías, ejes de movilidad interna... que son el esqueleto sobre el que construir la ciudad", apunta. "Es una sucesión de planes parciales negociados con los promotores, de ahí que sufra cuatro o cinco modificaciones anuales, añade.

Sin embargo, el portavoz socialista, Luis Ramón Fernández Huerga, sigue dando vigencia al plan, y asegura que el problema que no fue otro que la crisis. "Hay que tener en cuenta que Avilés no fue un Ayuntamiento que hubiera fijado anteriormente desarrollos por encima de lo que fijaba la demanda de vivienda, como sí ocurrió en otros sitios. Pero no es una isla, ha aparecido una crisis que afectó al mercado inmobiliario", indica. De ahí que el desarrollo del PGOU haya sido moderado. "El documento sigue siendo válido porque marca los desarrollos futuros de la ciudad. Otra cosa es la gestión, que depende no sólo de la voluntad municipal sino de la capacidad de financiación, de los compradores... y en eso el plan difícilmente puede variar esas condiciones que no dependen del Ayuntamiento ni de promotores ni compradores".