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La debacle de una especie pesquera de gran interés comercial

Los científicos ven difícil la recuperación a medio plazo de la población de sardina

La biomasa del recurso lleva seis años registrando mínimos históricos, las capturas se han desplomado y la flota redujo su actividad a la mitad

Los científicos ven difícil la recuperación a medio plazo de la población de sardina

Los científicos que recopilan datos sobre el estado de las especies marinas de interés pesquero en aguas del Cantábrico son pesimistas con respecto a la recuperación a corto e incluso a medio plazo del stock de sardina, una pesquería que ha entrado en un ciclo negativo sin precedentes, como demuestra la caída de su biomasa estimada por debajo de las 200.000 toneladas. Otro dato que apuntala la preocupación existente por el futuro de la sardina es que desde 2008, y de forma ininterrumpida, viene empeorando el dato de la biomasa, cuyo último mínimo registrado data de 1978, si bien en aquel entonces rondaba las 300.000 toneladas. Las casi 900.000 toneladas de sardinas estimadas en 1993 como población del Cantábrico son, hoy, un sueño aparentemente inalcanzable.

"La principal razón que explica la actual situación del stock ibérico de sardina son los sucesivos malos reclutamientos. La supervivencia de huevos, larvas y juveniles de sardina hasta incorporarse a la pesquería ha sido muy baja en los últimos años. El último buen reclutamiento se remonta al año 2004. y además aquél fue un reclutamiento intermedio. Las condiciones ambientales no parecen estar favoreciendo la supervivencia y la población de sardinas, sometida por su baja abundancia a una alta presión pesquera, es muy joven, por lo que la capacidad reproductiva también puede estar limitada", explica la bióloga Isabel Riveiro Alarcón, investigadora del Instituto Español de Oceanografía y coautora de un informe que encargó el Parlamento Europeo el año pasado para disponer de información de primera mano que permita tomar decisiones para favorecer la recuperación de la especie.

"La situación es tan preocupante como la que se vivió en su día con la anchoa, pero la dinámica de ambas especies es muy diferente: la anchoa vive muchos menos años, tiene una área de distribución más pequeña y concentrada en el Golfo de Vizcaya y la época de puesta se limita a unas semanas en verano, mientras que la sardina tiene un área de distribución muy amplia y heterogénea, pone prácticamente todo el año y vive hasta 12 años, por lo que no esperamos que la recuperación, aún produciéndose un hipotético cierre de la pesquería, pudiese darse con el mismo éxito a tan corto plazo. Desgraciadamente, los colapsos de otras sardinas en otras áreas del mundo, como California, han necesitado décadas para la recuperación", manifiesta esta experta en peces pelágicos.

En el informe que remitieron al Parlamento Europeo, los científicos aconsejan profundizar aún más en las medidas restrictivas que adoptaron hace unos años España y Portugal para gestionar de la forma más responsable posible el recurso de la sardina (que no está sometido a cupos comunitarios), llegar a acuerdos para el reparto del total admisible de capturas que fija el plan de gestión de la sardina ibérica -de modo que no sea sobrepasado- y, dada la complicada situación de la especie, incluso revisar el citado plan para contemplar el escenario actual. Riveiro justifica esa última recomendación: "El escenario actual de la pesquería no es el mismo que el que se tuvo en cuenta cuando se diseñó la regla de explotación, con reclutamientos algo mayores".

Las consecuencias del declive de la sardina se traducen en euros y kilos, basta echar un vistazo a las estadísticas de descargas de capturas del último lustro: Portugal pasó de unas 65.000 mil toneladas a solo 15.000 y España, de 35.000 a apenas 12.000. En consonancia con ese desplome, la flota española de cerco (la especializada en sardina) redujo su actividad a la mitad.

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