La atribución, por parte de Ángela Vallina, de militancia "en Podemos o en la Corriente Sindical de Izquierda (CSI)" al sanitario con el que ella y su marido tuvieron un rifirrafe a la entrada de Urgencias el viernes motivó ayer la respuesta de Paco Iglesias, coordinador en la comarca de la CSI. En tono mordaz, la organización sindical confiesa "su participación en la trama conspirativa descubierta en Avilés contra la eurodiputada Ángela Vallina". Una trama, añaden en un comunicado, "en la que también están implicados los servicios de Urgencias del Hospital San Agustín, la Policía Local de Avilés, un medio de comunicación, los propietarios del restaurante donde tomó la botella de sidra, los diseñadores de los zapatos que provocaron su lesión y los Servicios de Inteligencia y Contraespionaje de Irán y Venezuela".

El dirigente sindical también confiesa que "como ya es del dominio público, debido a la inmejorable situación económica de la que gozan todos los trabajadores y trabajadoras, la Corriente Sindical d'Izquierda no tiene otra ocupación ni otros problemas que resolver, como el paro, los despidos, los cierres de empresas, etcétera, por lo que dedica todos sus esfuerzos al seguimiento, acoso y derribo de la eurodiputada Ángela Vallina".

Ya en serio y más allá de la ironía, desde la Corriente Sindical de Izquierda manifiestan lo siguiente: "La presunta interrupción de unos servicios críticos, como los de urgencia hospitalarios, constituye una infracción gravísima de nuestro ordenamiento jurídico. El hecho de permitir, en caso de que así fuera, ser llevada a Urgencias en un automóvil conducido por una persona en estado de embriaguez, supone una irresponsabilidad intolerable para cualquier ciudadano o ciudadana, más aún para una diputada europea de la que se espera un comportamiento cívico ejemplar". Y por todo ello, la CSI exige la dimisión de Ángela Vallina y espera sus disculpas.