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Concejo de Bildeo | Crónicas del municipio imposible

El diseño de los bildeanos

El uso de un bolso rojo encontrado en un parque de Avilés para dar de comer a una burra en la casa de Pepe el Ferreiro y Carme Fonso

El diseño de los bildeanos

De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

Apenas había amanecido cuando entraron dos coches en Bildeo y aparcaron en la plazoleta que los lugareños llaman El Rabeirín, trayendo cuatro parejas de montañeros, dispuestos a pegarse una saludable paliza; no habían echado sus ocupantes pie a tierra, sólo habían abierto las puertas de sus vehículos, cuando se vieron saludados hasta el agobio por media docena de perros que formaban un comité de bienvenida que ellos interpretaron como "espontáneo", cuando todos en el pueblo saben, los canes los primeros, que el agasajo a los montañeros está movido por el interés.

Aquí los perros saben por experiencia que si acompañan a los excursionistas tendrán que caminar mucho, sí, pero van a comer delicatesen en el peor de los casos, hay pocos montañeros vegetarianos; como mínimo van a recibir pan, chorizo, cecina, jamón, salchichón, recortes de queso, sardinas, chocolate...

Los montañeros comenzaron a sacar mochilas, botas, bastones y demás, preparándose tal vez para una ruta de ida y vuelta hasta los límites con León, a unas tres horas de camino, bien andadas; tenían muchas alternativas, a cual más guapa. Por lo general, los centenares de montañeros que escogían Bildeo como arranque de una caminata venían con planes bien definidos, mapas y, últimamente, aparatos guiados por satélite.

¡Hay que fastidiarse, ir de paseo por el monte guiados por un satélite! ¡Quién nos lo iba a decir hace unos años! Los bildeanos siempre creyeron que los satélites eran para cosas serias, como guiar cohetes para matar gente, incluso para tonterías como informar sobre las previsiones meteorológicas... Aquí la gente pasaba de "gepeeses", conoce estos montes al dedillo, hasta que se dieron cuenta de la utilidad para localizar el ganado.

Mientras calzaban sus botas de montaña, terminaban de ordenar sus equipos y de cargar con los aparejos, los expedicionarios contemplaron unos instantes la panorámica del pueblo: algunas chimeneas comenzaban a fumar, ya se movía alguien aquí y allá, Bildeo iba espabilando y, para cuando arrancaron a caminar, ya se veía algún vecino arreando un rebaño de vacas, llevando un caballo del ronzal.

Ocho horas más tarde, de regreso, fundidos de cansancio, pararon a tomar agua en el pozo de Casa Roque. Uno de los montañeros era sabedor de que, en Bildeo, hay cuatro pozos de más de cien años y agua fresca de manantial extraíble a base de caldero, cadena y roldana, a unos quince o veinte metros de profundidad. Servando Roque apareció para dar las indicaciones oportunas y ellos acabaron preguntándole por el acento cubano que gastaba. El bueno de Servando explicó pudorosamente que emigró a Cuba de chaval, pero no volvió rico, lo comido por lo servido, y que vivió la Revolución de los Barbudos, el Ché venía a ver a una guapa habanera vecina suya, con la que tuvo una hija...

Después de un recorrido por el pueblo, llegaron a Casa Fonso, donde una burra despachaba una ración de grano. Iban a pasar de largo cuando una de las montañeras reparó en la burra "Catalina", el último animal que quedaba en aquella casa, además de unas pocas gallinas y un perro. Pepe el Ferreiro y Carme Fonso vivían solos, sus siete hijos vivos habían hecho sus vidas lejos del pueblo y ellos no estaban para pelear con vacas. La burra orientó sus orejas hacia ellas un instante, manteniendo el hocico hundido en una pequeña bolsa y saboreando con gran deleite el puñado de grano que quedaba en el fondo; el morral estaba suspendido por una larga correa que pasaba por sus grandes orejas. Las mujeres se quedaron mirando con curiosidad aquella bolsa de piel que un día fue de color rojo y ahora se veía descolorida y llena de rozaduras.

Era un bolso de esos que llaman un "Judas", pues sostienen sus creadores que son los bolsos más religiosos y que su origen está en la Biblia, en el Nuevo Testamento, porque Judas guardó las treinta monedas de plata con que pagaron su traición en una bolsa de cuero similar; claro que por aquellos entonces los productos de piel y cuero eran menos sofisticados, apenas curtidos ya se los ponía la gente cubriendo la cabeza, los pies o cualquier otra parte del cuerpo. Ahora, se fabrican diseñadas como productos de marroquinería por gente con carrera, en piel tratada de usted químicamente.

Una de las hijas de Pepe y Carme había encontrado aquel bolso en un parque de Avilés, pero no lo utilizó por ser poco adecuado para ella; era más adorno que otra cosa, así que lo llevó un día al pueblo y allí se quedó, como morral para burra. Para que luego digan que en Bildeo no hay diseño ni moda, cuando aquí podría montarse en un momentín una Pasarela Cancienes, con el no va más (p'allá).

Seguiremos informando.

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