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Avilés le da otra vuelta a la colada

El ahorro y la posibilidad de lavar prendas grandes, claves del éxito de las lavanderías autoservicio que proliferan en la ciudad

Avilés le da otra vuelta a la colada

Lavar y secar 12 kilos de ropa (dos veces la capacidad de una lavadora doméstica) en una lavandería autoservicio ronda los ocho euros. Los usuarios avilesinos de este tipo de establecimientos, que crecen como la espuma en la ciudad, señalan que el ahorro es una de las razones que les lleva a acudir a los locales. Lo dice Diana Rivaya Menéndez mientras se dispone a secar la colada.

Acuden igualmente impulsados por la climatología asturiana. La lluvia y humedad de la región ralentiza el secado de las prendas y dado que sólo un reducido número de hogares cuenta con secadora, los vecinos buscan en estos negocios una máquina que les acelere el proceso para que la ropa no languidezca en los tendales. "Era un servicio añorado", comenta Ignacio Ávila, al tiempo que pone en marcha la secadora con la ropa de toda la familia.

Un motivo más por el que las lavanderías han conquistado al público tiene que ver con el volumen de algunas prendas: fundas nórdicas, edredones, cortinas, mantas o abrigos. Por un lado, no tienen cabida en los aparatos convencionales y, por otro, las viviendas carecen de espacio para su secado, como relata Laura Galán, que ayer acudió por primera vez a una lavandería autoservicio. "Vengo porque no tengo un sitio donde secar la funda del edredón, porque es más barato que llevarla a la tintorería y por comodidad", señalaba esta joven a la par que la propietaria del establecimiento le explicaba los pasos a seguir.

Las lavanderías autoservicio, una prestación de largo recorrido en los países de Europa y en Estados Unidos (la primera abrió sus puertas a finales de los años cuarenta del siglo pasado), empiezan a proliferar en España. En los últimos meses ocupan calles de grandes, medianas y pequeñas ciudades. Nacen con el objetivo de facilitar a los ciudadanos la posibilidad de lavar y secar profesionalmente todo tipo de prendas en un tiempo que ronda los 45 minutos, 18 minutos si se trata sólo del secado.

Se caracterizan por el fácil manejo de las máquinas. "Sólo hay que seguir unos pasos muy sencillos", comenta Tania Méndez, propietaria de uno de los establecimientos avilesinos, situado en la avenida de San Agustín, y presente en el local inaugurado hace quince días para atender cualquier duda que manifiesten los recién estrenados clientes, como indicarles las máquinas expendedoras de cambio de monedas (lavadoras y secadoras sólo funcionan con el precio exacto) o los distintos programas de lavado en función del tipo de ropa.

Las estancias de estas empresas están decoradas en llamativos colores, son diáfanas, muy luminosas y cuentan con una mesa para facilitar el doblado de la ropa, una cesta-carrito para el traslado de las prendas entre las máquinas de lavado y secado, y un balde. Para hacer más llevadero el tiempo de espera, algunas tienen televisión y también wifi, propuestas muy acertadas, según Diana Rivaya "porque así no tiras de los datos del móvil". Una parte de los usuarios acuden con un libro, los deberes, e incluso alguna mujer con el punto y mientras la ropa da vueltas en los bombos de acero de 12 o 15 kilos, teje, añade esta joven que visita la lavandería cada ocho días para secar la ropa suya y la de su compañero de piso "porque vivimos en una casa muy húmeda ". Rivaya, al igual que Ignacio Ávila, destaca el buen ambiente que reina en dichos locales: "Hay buen rollo y la gente se ayuda cuando hay quien no sabe cómo funciona este sistema".

Si bien una parte del público permanece en el establecimiento hasta que finaliza el programa de lavado o secado, otra aprovecha la media hora del primero o los 18 minutos del segundo para realizar recados o tomar un café. Precisamente ayer, Ignacio Ávila, que acude cada semana a la lavandería, introdujo el contenido de dos grandes bolsas con ropa en la secadora y salió unos minutos al bar más próximo. Antes de abandonar el local comentó que no utilizaba la lavadora del establecimiento debido a la necesidad de utilizar un jabón especial antialérgico. En este sentido, indicó "echar de menos la posibilidad de traer el detergente". Y es que las máquinas expenden de forma automática el jabón así como el suavizante y el oxígeno activo. Este último sirve "tanto para desinfectar la ropa como las propias lavadoras, que quedan listas para el siguiente servicio", advirtió Tania Méndez, al frente también de un negocio de las mismas características en Oviedo.

Las lavanderías autoservicio, como otra recién abierta en Sabugo, están abiertas de lunes a domingo, de 9.00 a 22.00 horas, los 365 días del año. Las mañanas, y de forma especial las de los sábados, concentran el volumen más alto de clientes. Están vigiladas con cámaras y un cartel muestra un número de teléfono para llamar en caso de presentarse cualquier tipo de incidencia. Si bien no cuentan con personal, Tania Méndez dice acudir al local una parte del día para, atender, sobremanera, a la gente mayor poco acostumbrada a moverse en este tipo de instalaciones actualmente de moda.

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