La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ANABEL CORNAGO | Experta en personas con autismo

"Con el autismo no termina el mundo, pero hay que formarse"

"Si los niños aprenden en una escuela inclusiva que todos somos diferentes, de adultos habrá menos discriminación"

Anabel Cornago, ayer, en el pabellón de La Magdalena. MARA VILLAMUZA

"El sonido de la hierba al crecer" es el título del blog que escribe Anabel Cornago, una herramienta que sirve de inspiración a padres y educadores que trabajan con personas con autismo. Autora de manuales para niños que tienen este diagnóstico, Cornago se define sobre todo como la "madre de Erik". Y es que fue su hijo el que la arrastró a convertirse en una experta en este problema. Invitada por el Centro de Profesorado y Recursos (CPR) de Avilés, ofreció ayer un curso sobre estimulación, juego y teoría de la mente que fue todo un éxito de asistentes y que continuará hoy.

-Y ha sido estupendo porque están representadas las familias, la educación y la sanidad. El autismo necesita una intervención multidisciplinar.

-Como madre, ¿qué les dice a las familias que tienen que afrontar una situación de autismo? El diagnóstico atemoriza...

-Claro que asusta, y no es fácil. Suelo decir que con el autismo no termina el mundo. Pero hay que prepararse, formarse. Es por tu hijo, la personita a la que más quieres, y cuando no sabes cómo actuar las cosas son complicadas. Pero con diagnóstico temprano y atención temprana se pueden lograr muchas cosas. Con Erik la afectación era muy grande. Hoy en día, con 11 años, está en el instituto, habla dos idiomas... Lo que no significa que no tenga dificultades, pero se puede salir adelante.

-El esfuerzo de una persona con autismo para superar esas dificultades debe ser terrible, como llevar un fardo a la espalda.

-Yo no soy la madre de Erik, sino la orgullosa madre de Erik, con un respeto absoluto del esfuerzo que realiza una persona con autismo. Su cerebro funciona de forma diferente, no es mejor ni peor pero implica dificultades en comunicación, flexibilidad... Mi marido y yo tomamos la decisión de que el autismo no iba a robar la felicidad de mi familia ni el futuro de Erik. Día a día disfrutamos de cada momento. También hay dificultades, pero los momentos de felicidad son mucho mayores.

-¿Esa es la clave? ¿Afrontar la situación con optimismo en vez de caer en un valle de lágrimas?

-Hay que pasar el duelo. Cuando llegó el diagnóstico fue un alivio porque por fin pudimos ponerle nombre a lo que ocurría. Hasta entonces sospechábamos todo, era una mezcla de esperanza y de miedo. Con el diagnóstico sabes qué puedes hacer, y decidimos formarnos.

-¿Hasta entonces no había tenido contacto con el autismo?

-Cuando estudiaba periodismo en Madrid un amigo hizo un trabajo sobre autismo, y me explicó cuatro cosas. Cuando empezamos a observar cosas en Erik lo llamé, y me dijo qué cosas observar: si imita, si señala, si tiene problemas de sueño, si interacciona... Parecía que Erik, antes de nacer, se había leído el libro del autismo y dijo: "Yo, todo". La afectación era muy clara. También digo una cosa: no pretendo convertir a Erik en algo distinto a lo que es, que es una persona con autismo, pero queremos darle las herramientas para que sea lo más autosuficiente posible. A veces quiere ser matemático, a veces conductor de locomotoras... Pero tiene una proyección de futuro. Estuvo siempre escolarizado en colegios ordinarios, es un niño más, feliz, divertido y luchador. Demuestra que las diferencias son importantes, que todos somos útiles y que si los niños crecen en diversidad nadie se va a sorprender porque tú tengas autismo, o gafas, o estés gordo.

-Defiende, entonces, una escolarización inclusiva.

-La escuela inclusiva es el primer paso para una sociedad inclusiva. Si los niños aprenden que todos somos distintos, siendo adultos habrá menos discriminación. Antes se apartaba lo diferente, no se crecía con ello. Hay que apostar por la inclusión, y lo ideal es que tengamos acceso a colegios con los medios adecuados.

-¿Algo que añadir?

-Que quede muy claro: yo nunca hablo de autistas, sino de personas con autismo. La persona está por encima del diagnóstico. Y hay que olvidar los mitos, que hacen mucho daño: no viven en otro mundo ni son indiferentes. El autismo implica dificultades pero hay que creer también en su potencial.

Compartir el artículo

stats