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El templo más osado de la comarca

La capilla de Piniella está presidida por una imagen de la Trinidad que incluye la representación de Dios Padre, algo muy inusual en la imaginería católica

Dos niños juegan en el exterior de la pequeña ermita de Illas. MARA VILLAMUZA

En la ermita de la Santísima Trinidad de Piniella hay una imagen que representa a Dios Padre, al Espíritu Santo y también a Jesucristo: tres personas y un sólo Dios verdadero. Y eso es muy raro. "Es una osadía religiosa, no se puede representar al Padre. No creo que en toda Asturias haya una imagen como ésta", aseguró hace un montón de años el antiguo cura de Illas, Norberto Rodríguez. Lo dice la Biblia: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: no te inclinarás a ellas, ni las honrarás" ("Éxodo", 20:4-6). Según algunas fuentes, esto quiere decir que está prohibida la adoración del Dios verdadero en una manera falsa, es decir, con una imagen. Pero Dios, que está en todas partes, también está en el arte. Miguel Ángel lo representó en la capilla Sixtina, en el mismo Vaticano. Y ahí sigue. Prohibición, osadía, la ermita de Piniella no deja de ser una de las más singulares de la comarca.

"No sabría yo explicar por qué la devoción popular se inclina más por la advocación del Espíritu Santo que por el de la Trinidad. Dada la afición de la gente por venerar imágenes de santos muy cercanos a sus preocupaciones e intereses y estando prohibida por la Biblia la representación plástica de Dios, y más aún la de Trinidad, acaso la paloma, símbolo del Espíritu Santo, cubriera esa necesidad. En Piñella (sic) desde luego se saltaron todas las normas y adoran, pues así se dice cuando se trata del mismo Dios -con todo el riesgo de idolatría que ello lleva consigo-, una imagen donde aparecen las tres divinas personas. Un tema más, no exento de curiosidad teológica, para estudiar como fenómeno de religiosidad popular", escribió José Manuel Feito no hace mucho. Feito también estuvo al frente, de manera eventual, de las parroquias illenses, después de que Norberto Rodríguez falleciera y hasta que llegó Ceferino Suárez.

En el pueblo no le dan importancia. "No sé por qué está esta imagen aquí", reconoce Sergio Suárez, vecino de la localidad de Illas que limita con la parroquia corverana de Molleda. "La ermita estaba muy mal y todos los vecinos decidimos restaurarla. La imagen quedó de la mano de Cristina Fernández, una amiga nuestra", apunta Suárez, que atiende a LA NUEVA ESPAÑA junto a José Luis Álvarez.

Este último tiene una relación singular con la capilla, ya que se casó con Tamara Menéndez en agosto de 2011, después de 22 años sin bodas en la pequeña ermita del pueblo. "Después de nosotros se casaron tres parejas más. Ha habido bautizos, bastantes. Hace tiempo teníamos misa todos los jueves, pero esa periodicidad se fue reduciendo poco a poco. Ahora sólo es una vez al mes", apunta Álvarez. La capilla de Piniella la dirige Daniel Fernández-Díaz, el cura de Pillarno y de Villa.

El edificio más antiguo de la localidad más transgresora de la comarca cuenta ya con 345 años de historia. Feito publicó la escritura de fundación de la capilla, un texto del año 1671 en el que se lee: "En el nombre de Dios, yo, Magdalena Álvarez de Millares (...) instituyo y fundo una capellanía perpetua de misas para que se digan y canten por la dicha mi ánima y la de los dichos mis padres, abuelos y bisabuelos y difuntos, desde hoy día de la fecha de esta en adelante perpetuamente en la mi capilla que tengo hecho y fundada en el lugar de Piñella (sic), de la jurisdicción de dicho concejo de Illas junto a la fuente que llaman de Mazas que yo y el dicho Pedro Rodríguez mi marido difunto fabricamos, bajo la advocación del Espíritu Santo y la Santísima Trinidad..."

Así pues, Magdalena Álvarez de Millares es, según Feito, la responsable última de la osadía principal de Piniella, una pequeña localidad que crece en una loma de una montaña de suave caída desde la que se contempla las formas más sureñas del concejo de Avilés. "Nuestra fiesta es la del Espíritu Santo, que es siete semanas después de Semana Santa", explica Suárez. En el entorno de la capilla los doscientos y pico habitantes de la localidad se reúnen a las puertas del verano a disfrutar de una romería. "Todos los vecinos hemos contribuido a restaurar la ermita: la bóveda, las paredes, el tejado, el suelo... Lo último que hicimos fue desmontar piedra a piedra el campanario para volver a levantar y asegurarlo. Lo único que nos falta es poner una campana nueva", concluye José Luis Álvarez. Dios dirá.

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