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JOSÉ MARÍA POU | Actor, protagoniza "Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano"

"Para el Gobierno, los actores somos gente rara y no saben por dónde cogernos"

"A partir de un personaje de hace 2.400 años, el director Mario Gas quería reflexionar sobre lo que sucede ahora"

José María Pou, en Avilés, en una imagen de archivo. MARA VILLAMUZA

José María Pou (Mollet del Vallés, Barcelona, 1944) es un asiduo de los escenarios avilesinos, últimamente, en calidad de director de escena. La próxima semana (4 de marzo, a las 20.30 horas, en el auditorio del Niemeyer) lo hará como actor protagonista. Será uno de los grandes filósofos de la historia en "Sócrates. Juicio y muerte de un ciudadano", el penúltimo montaje de Mario Gas, uno de los directores de escena más prestigiosos del país. La tragedia del maestro de Platón y Jenofonte echó a andar este verano pasado, en el último Festival de teatro de Mérida. Llega a Avilés después de varios llenazos consecutivos en Madrid. Pou conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono: es de discurso grave e ideas transparentes.

-Retoman en Avilés su gira.

-En realidad, llevamos de gira seis meses. Recorrimos media España y, ahora, recorreremos la otra media.

-Dieron el campanazo en el Festival de Mérida.

-Los festivales de teatro en todo el mundo son generadores de espectáculos. Para eso, están tan bien. Lo que sucedió es que muy pronto vimos que nuestra obra podía tener más vida aparte de los cinco días en Mérida y las semanas en los grandes teatros como el Grec, Sagunto o Tarragona. Todos teníamos cosas que hacer después. En la primera noche en Mérida nos dimos cuenta de que la historia que contábamos conectaba. Y no nos confundimos: hicimos Pamplona, Bilbao... y, después de un mes en Madrid, llegamos a Avilés y estaremos hasta junio.

-¿Influye el espacio escénico en su trabajo como actor?

-Claro. El público condiciona la representación e, incluso, la modifica. Y es natural: el teatro se hace para el público que te va a ver esa noche. No es lo mismo, por ello, que el público esté sentado en la piedra, al aire libre, a que se acomode en una butaca de un gran teatro o una sala pequeña. Tú interpretas de acuerdo a todos estos condicionantes. Si me preguntas qué es mejor te podré decir que las noches en Mérida o en Sagunto fueron emocionantes para mí, en tanto en cuanto estaba pisando las mismas piedras que pisaron otros actores antes que yo, hace más de dos mil años. Pero este tipo de interpretación exige el empleo de tecnología, amplificaciones de voz, sobre todo de un tiempo a esta parte. Para mí, entrar en los teatros bajo techo supuso vivir una delicia: me olvido de la amplificación y tengo que utilizar mi propia voz para producir emociones. En resumen, cada público participa de tu composición actoral. Lo demás es accesorio: la escenografía que llevamos es relativamente sencilla: unos bancos que forman un círculo y simulan la asamblea de Atenas. En virtud del teatro en que estemos, este círculo es mayor o menor.

-De lo que hablan es del juicio al hombre más sabio de la historia.

-Es sabido que Sócrates no escribió una sola palabra. Por ello, nos tenemos que basar en testimonios que dejaron sus discípulos: Platón o Jenofonte. Si me preguntas cómo se interpreta a Sócrates sólo puedo responder que olvidándote de quién era. La obra se llama "Sócrates", pero tiene un subtítulo que es fundamental: "Juicio y muerte de un ciudadano". Contamos el proceso al que fue sometido el hombre que no se contentaba con lo que tenía delante, que buscaba otras respuestas fuera de las verdades oficiales... que enseñaba a los jóvenes precisamente a seguir estos postulados. Y, todo esto, en una democracia. Una persona molesta con el poder que sufrió las consecuencias de un juicio más o menos amañado y que fue condenado a matarse él mismo tomando cicuta. Eso es lo fundamental.

-¿Y cómo nace este espectáculo?

-Mario Gas, el director, lo tenía en su cabeza desde hacía tiempo. Recibió el encargo y me lo propuso. Dije que sí sin saber siquiera cómo iba a ser mi papel. A partir de un personaje de hace 2.400 años quería reflexionar sobre lo que sucede ahora. Soy modesto, pero no puedo dejar de decir que está resultando un gran éxito. Me han dicho que la venta de entradas está yendo muy bien.

-¿Se deja manejar por otro director?

-Soy el actor más disciplinado de todos, obedezco ciegamente a mi director. Si me preguntan cómo me defino digo primero que actor y , después, actor que ha llegado a dirigir. Llevo en esta profesión cuarenta y siete años, he actuado en unos cuarenta y tantos montajes, doce o trece, como director. O sea, antes que nada, soy actor por encima de todo.

-Usted es el actor más británico que ha dado España, donde se respeta al actor. ¿Qué le pareció el arresto de los titiriteros?

-Meter en la cárcel a los titiriteros fue una barbaridad, síntoma de que hay quien piensa que los actores somos gente de malvivir. Por otro lado, me siento muy querido por el público, pero para el Gobierno somos gente rara y no saben por dónde cogernos. Esperemos que esto cambie de manera inmediata.

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