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La figura de la semana | Manuel Taibo | Trabajador de Arcelor-Mittal y montañero especializado en seguridad y prevención de riesgos

El montañero de acero

El avilesino que de crío soñaba con imitar a los grandes descubridores se prepara ahora para su próximo reto: una expedición por tierras noruegas, desde Finnmark hasta Cabo Norte, en 2017

El montañero Manuel Taibo, en la calle Galiana. RICARDO SOLÍS

Nació en La Coruña porque así lo quiso su madre, gallega convencida. "Soy hijo de coreanos", precisa Manuel Taibo, que resume de esta forma el carácter emigrante de su familia. Con apenas unas horas de vida llegó a Llaranes en 1960 y al calor del barrio obrero pasó su infancia y adolescencia, entre el colegio de los Salesianos y el Club Deportivo Ensidesa. La "fábrica" marcó la vida de Manuel Taibo, y todavía hoy orienta sus pasos. Estudió en la Escuela de Aprendices y desde hace 38 años trabaja en el departamento de mantenimiento hidráulico de laminación en frío. Pero hay más. Taibo es ante todo un montañero de grandes titulares que forjó su pasión entre bobinas de acero. Su primera cumbre: el Gorfolí, en 1967.

"Aquella actividad la había programado el Grupo Ensidesa y el colegio, y ahí nació mi afición. Aunque ya había hecho rutas con mi familia, vinculada a la Atlética Avilesina", precisa este hombre que en paralelo a su oficio en Arcelor-Mittal lleva ya 22 años trabajando con diferentes empresas en formación de prevención de riesgos. Es además socio del Grupo de Montaña Ensidesa (GMEA) y responsable de seguridad en la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo del Principado de Asturias (Fempa). Cuando araña días a las vacaciones y ahorra los euros suficientes, Manuel Taibo también es un trotamundos de esos que recorre kilómetro tras kilómetro con crampones, raquetas y esquíes.

Hace un año concluyó su sexta expedición polar por la Laponia finlandesa, donde recorrió en solitario 137 kilómetros sobre hielo y nieve, con una temperatura media de cuarenta y dos grados bajo cero. Esta aventura extrema por encima del Ártico tendrá continuación: Manuel Taibo prevé cruzar tierras noruegas, de Finnmark a Cabo Norte, en 2017. La montaña y la naturaleza en general es para este avilesino una forma de entender la vida. "Quizá la montaña ha sido la experiencia vital que más conocimiento me ha dado de mí mismo", subraya este hombre que de chaval fantaseaba con caminar sobre hielo al tiempo que leía libros de aventuras y descubrimientos geográficos. "Soñaba con las expediciones polares y cuando tuve la oportunidad las puse en marcha. Ahora estoy cumpliendo un sueño", recalca. Lo suyo es adaptación al medio, y lo demás es cuento. Huye, eso sí, de los lugares masificados. Por eso prefiere la Patagonia al Everest.

Además de grandes aventuras, a Manuel Taibo también le gusta realizar excursiones más cerca de casa. "Como la mayoría de los mortales tengo la cabeza llena de proyectos", matiza. Taibo es un enamorado del hayedo de la Biescona, en la sierra del Sueve. Y uno de sus picos favoritos es el Porru Bolu (2.025 metros), en el macizo occidental de Picos de Europa. Su contacto con la naturaleza le permite, además, ahondar en su especialidad: la prevención de riesgos. Sabe que la montaña es caprichosa y a veces, peligrosa.

"Cada vez más personas practican montañismo, unas como una actividad lúdica y otras, por placer deportivo. Incluso los médicos recomiendan caminar al aire libre. El problema que detectamos es que hasta hace poco tiempo el aprendizaje de un montañero era paulatino, y esto ahora no sucede. Este mundo en el que la información parece que fluye por todos lados da una falsa seguridad que no permite evaluar realmente los riesgos que existen en la montaña", explica. Taibo aconseja a cualquier persona no iniciada en el montañismo que contacte con un club como primer paso para la iniciación. Defiende asimismo la calidad de los guías profesionales, a los que recomienda estar en continua formación y ansía que se expanda la cultura preventiva. Para Taibo la prevención es la mejor compañera para hacer cumbre (y descender) con éxito.

La otra compañera inseparable de este avilesino nacido en la Coruña es Lucía Arias, una mujer a la que conoció con las botas puestas. Ambos forman el tándem perfecto. Cuando Taibo camina sobre hielo, ella le informa sobre las condiciones meteorológicas, la mayoría de las veces adversas. A veces sienten miedo, pero ese sentimiento no les asusta. "Forma parte de la experiencia", confiesa este hombre que algún día espera estirar la bandera de Avilés en Canadá, Alaska o en las Georgias del Sur. Entre tanto seguirá trabajando en Arcelor-Mittal y preparando su próxima expedición por Noruega. Continuará además, como hace cada vez que hay una representación, visitando el teatro Palacio Valdés, donde el hombre de acero de Avilés encuentra un refugio de paz.

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