Todos estuvieron mirando al cielo, pero al final la lluvia no deshinchó el Festival del Oricio de Bañugues. Pese a que no paró de llover ayer en todo el día, la carpa de la celebración se llenó para degustar el manjar marino en todas sus formas posibles: al natural, hervidos, como relleno de empanada, en bollo y hasta en pizza, que fue la novedad principal de la edición de un encuentro gastronómico que es tradicional en el invierno de Gozón. "Pensamos que íbamos a estar solos, pero acudieron a la cita. Se nos acabó la pizza y la empanada, pero seguimos vendiendo oricios", aseguró Esther García Fernández, de la asociación de vecinos, la entidad organizadora del festival que cerró anoche con una tonelada de oricios marinos puestos a la venta.

La fiesta continúa hoy. "Nos marcharemos cuando se marche la gente", prometió García Fernández. "Ha sido muy buena idea esto de la calefacción... Si no, aquí, no se paraba", reconoció una de las organizadoras del tradicional encuentro gozoniego. "Somos quince o veinte en la cocina y otros cuantos en la barra. Sin la ayuda del pueblo esto no podría ser una realidad", señaló García Fernández absolutamente satisfecha del desarrollo de la jornada.

"Sobre todo la gente respondió a la hora de comer. No paramos de servir oricios", apuntó García Fernández. "Por la noche vino menos, pero se está muy bien. Hay que venir", animó.

Lo de la pizza también fue un verdadero acierto. García Fernández explicó que la idea de incorporar la pizza con caviar de oricios partió del panadero luanquín Osmel Noriega. La asociación vecinal de Bañugues aportó el "mejunge", la salsa de la que está compuesta el plato "italobañuguero". "La salsa lleva cebolla, pimientos y todo mezclado con caviar y por arriba lleva una base de queso fundido y cachinos de pimiento", detalló la dirigente vecinal, que describió además que los quince kilos de caviar que se reservaron para la pizza eran más que frescos.