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ROMÁN ÁLVAREZ | Exconcejal y profesor jubilado, autor de "Avilés, las huellas de Sefarad"

"La presencia de judíos está certificada al menos desde el Fuero de Alfonso VI"

"San Cristóbal comienza a ser de Entreviñas en el siglo XII; una plantación masiva de viñedos cambió la toponimia"

Román Álvarez, con el libro "Avilés, las huellas de Sefarad". RICARDO SOLÍS

A Román Álvarez la jubilación no le ha dejado inactivo. Exconcejal de muchas cosas en el Ayuntamiento de Avilés -Cultura, Educación y Deporte, principalmente-, y profesor de Secundaria ya retirado, su pasión por la Historia se traduce en investigaciones y libros. El último, recién salido del horno, lleva por título "Avilés, las huellas de Sefarad", e indaga en la desconocida historia de los judíos en Avilés. Mañana lunes presentará su obra en el Centro Sefarad-Israel de Madrid, a las 19.00 horas. En Avilés la presentación será el 30 de marzo a las 20.00 horas, en el palacio de Ferrera. El ensayo, de lectura amena, lleva un triple prólogo firmado por Ramón Rodríguez, Francisco Trinidad y José A. Álvarez Castrillón.

-En muchas ciudades es conocida la huella de los judíos, pero en Avilés no existe judería. ¿Cómo llegó a este estudio?

-El origen de Avilés está centrado en el comercio de dos productos: la sal y el vino. Y los centros con los que comerciaba tenían tradición muy grande de presencia judía: Aveiro, La Rochelle... En todas las presencia judía está acreditada y relacionada con el comercio de esos productos. Por eso era extraño que en Avilés no hubiera nada.

-O sea, que empezó a tirar del hilo.

-A través del relato del libro cuento la llegada de los judíos a España, una presencia que llega prácticamente hasta el siglo XIX. Y al mismo tiempo hago un estudio de los orígenes de Avilés y la relación de los judíos con ese comercio que en Avilés es tan importante. La llegada de la vid, un producto mediterráneo, a Asturias, está relacionada con las represiones que se dan en el Califato de Córdoba, por intransigencias religiosas de movimientos fundamentalistas islámicos que obligaban a convertirse o a marcharse. Al norte vinieron no sólo judíos, sino también mozárabes. Y al menos desde que Alfonso VI concedió a Avilés la carta de aforamiento queda certificada la presencia de judíos en la ciudad.

-¿Cómo refleja el Fuero esa presencia?

-Recoge que para participar en un tribunal tienes que ser cristiano de hace más de siete años. Está hablando claramente de los conversos. Y cuando se ratifica el Fuero, en 1152, casi 70 años después, este precepto no se quita, porque su presencia era necesaria. Lo mismo ocurre en Oviedo, donde está acreditada una judería. Aunque nunca en Asturias la presencia fue masiva.

-¿Hay otras evidencias sobre las que asentar la historia?

-En el libro recojo 38 documentos relativos a la toponimia, a escrituras de propiedad... Y un estudio específico de San Cristóbal, relacionado con el vino. Es muy curioso porque en San Cristóbal hay el topónimo de Salomón, que siempre está vinculado a la existencia de judíos. A lo largo del siglo XII San Cristóbal aparece en los escritos con el nombre de San Cristóbal del Tuluergo. Sin embargo a finales del siglo XII comienza a ser San Cristóbal de Entreviñas. Eso tiene que ver con la plantación de viñedos, desde Sabugo a San Cristóbal, una plantación masiva que cambió la toponimia. El cultivo del viñedo está relacionado en Asturias con la llegada de los judíos. En la Edad Media el vino se bebe casi por necesidad, el agua se contaminaba muy fácilmente. Aquí la alternativa era la sidra, pero dependía mucho de la cosecha de manzana. Y también se hacía algo de cerveza, pero requería destinarle mucho cereal y restarlo de otros usos. Con la vid, se aprovechaba prácticamente todo, y además era un símbolo importante del cristianismo.

-En Avilés, existe un relieve medieval, en San Nicolás, que representa un racimo de uvas.

-Y hay otro relieve que representa a un tonelero, también relacionado con el comercio de vino. Había una plantación de viñas en la zona de Rivero, y también subiendo de La Magdalena hasta el río San Martín.

-¿Cuántos judíos estima que pudo haber en Avilés?

-No muchos, pero la cifra es difícil de precisar. Posteriormente a la expulsión hay un judío, Adán López, que regresa a pedir que le devuelvan las casas que había tenido, y está recogido en un documento. Habla en plural, casas. Podía haber tres o cuatro familias, pero cada una con bastantes miembros.

-La historia de los judíos continúa con los conversos.

-El problema tanto de los judíos como de los conversos era de ocultación. Precisaban pasar desapercibidos porque no eran bien vistos. Aquí vemos un caso de conversos en el siglo XVIII: bautizan en Sabugo a un niño con nombre veterotestamentario, Zacarías. Y al mes le cambian el nombre por otro de uso cristiano. Se dieron cuenta de que habían metido la pata.

-Habla en el libro de los vaqueiros. ¿Eran acaso judíos?

-Empecé a investigar a partir del nombre de San Cristóbal. Este santo no está reconocido en el santoral, pero la tradición lo asocia con un gigantón judío que transportó al niño Jesús por un río. Fue un símbolo usado por los conversos y por grupos iniciáticos, representa la vieja religión llevando a hombros la nueva. En muchos lugares donde se producen conversiones, las antiguas sinagogas pasan a ser iglesias de San Cristóbal. En la frontera con Portugal hay muchas iglesias de San Cristóbal, los conversos cruzaban la frontera en función de las persecuciones. Y los vaqueiros, que se dedicaban a la arrería, por tanto al comercio, y no estaban controlados por la autoridad, eran un buen lugar para ocultarse. Hubo familias de conversos que se camuflaron entre los vaqueiros, y seguramente contribuyó a la leyenda de que los vaqueiros eran judíos.

-Veo que reconstruir la historia ha sido recorrer un camino olvidado.

-Hay algunas evidencias y muchas pistas que hay que tratar de leer, porque la historia de los judíos es de ocultación y simbología. Es un ensayo histórico porque además de hechos y documentos también formula teorías y caminos que han de recorrerse. Pero la senda no es fácil, porque es una historia simbólica al cien por cien.

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