Hasta cuarenta músicos en los apenas cincuenta metros cuadrados que debe medir el escenario del Palacio Valdés dan una densidad artística como pocas veces se ha visto en Avilés; y eso fue lo que ayer ocurrió en el espectáculo (bis) con el que los hermanos José Manuel y Javier Tejedor celebraron sus primeros veinte años de carrera musical.
Emoción a raudales, calidad a puñaos, ambiente de fiesta -bueno, mejor convendría decir "de romería"- y las cosas que fallaron... pues se perdonaron, como el deficiente funcionamiento del micrófono de Carlos Goñi ("Revólver"), obligado a suplir con sus muchas tablas lo que la técnica le negó.
Así habló un emocionado José Manuel Tejedor cuando ya el concierto enfilaba la recta final: "Ha sido un fin de semana de muchísimo trabajo por la complejidad de sacar adelante un concierto de estas características pero ha merecido la pena; para nosotros han sido dos días históricos que nunca olvidaremos". Y para Avilés, probablemente también fue un concierto memorable, que conste. Tuvieron que venir el ya citado Carlos Goñi o Chus Pedro -quien, por cierto, nunca había cantado antes en el Palacio Valdés- a decirle al público de aquí el pedazo de artistas que son los Tejedor y compañía, como saben en media Europa y muy especialmente quienes frecuentan el Festival de Lorient.
Para alborozo del público, los Tejedor introdujeron ayer una pieza no tocada el sábado -un solo de percusión a cargo de varios miembros de la Banda de Gaitas "El Trasno", de Coaña- y rindieron homenaje a los compañeros del camino que se han ido, como Jandro Espina, bajista de "Ilegales", muerto hace apenas unas horas. José Manuel Tejedor hizo llorar a la gaita como sólo él sabe en ese momento tan emotivo; luego llegó el apoteósico fin de fiesta y se armó la danza en el patio de butacas. La traca.