Ninguna normativa regula el contenido de los botiquines que llevan los equipos a pie de campo. En las categorías modestas son los entrenadores los encargados de hacerlos y su principal objetivo es hacer frente a un golpe o una cura y, además de los elementos normales, suelen llevar un collarín cervical semirrígido para inmovilizar en los casos de lesión cervical, la cánula de Guedel para casos de dificultades respiratorias, colirio, pomadas, sprays de frío, antiinflamatorios, en algunos casos bolsas de frío instantáneas para reducir la inflamación y pinzas para la extracción de cuerpos extraños. Un club modesto, como el Miranda, gasta más de mil euros al año en productos farmacéuticos y revisa los botiquines cada semana.