El fallecimiento del futbolista del Llaranes Hugo Suárez Martínez, en pleno partido el pasado domingo, ha vuelto a poner el foco sobre la prevención de los problemas cardiovasculares en el fútbol base y el deporte en general. Varios jugadores de categorías regionales del fútbol asturiano explicaron ayer que no se les realiza ningún electrocardiograma en el reconocimiento médico que se les practica antes de comenzar la temporada. "Muchos de los problemas que pueden desencadenar una muerte súbita se pueden detectar en los reconocimientos con un electrocardiograma; otros pocos se detectan con pruebas más complicadas que hacen cardiólogos; y por desgracia, hay algunos casos que son indetectables, un porcentaje muy pequeño", explicó Nicolás Terrados, director de la Unidad Regional de Medicina Deportiva, puntera a nivel nacional.

Así, sorprende que entre las pruebas básicas para tramitar la ficha de los jugadores de fútbol Regional, la mutua no les someta a un electrocardiograma. "Nos miran la tensión, el peso y la altura. Además, nos hacen realizar algunas sentadillas con un pulsómetro que miran antes y después del ejercicio. Para las lesiones musculares, nos preguntan si tenemos o hemos tenido algún dolor", relató un jugador de un equipo avilesino.

Hay jugadores que sí pasan por un electrocardiograma al inscribirse en la Federación Asturiana: los mayores de 32 años que regresan al fútbol después de un periodo de inactividad. "Lo tenemos que hacer los propios clubes y mandarlo a la mutua", señaló el presidente del Llaranes, Gonzalo Peral, quien aseguró que Hugo Suárez tenía al día el trámite del reconocimiento. "Cada dos años tienen que pasar revisión. Más allá de que ocurran cosas como ésta, si no tienen pasado el reconocimiento y tienen una lesión, la mutua no cubre la recuperación", explicó el presidente.

Terrados añade que el daño en el corazón en caso de una muerte súbita imposibilita muchas veces la reanimación: "Aunque lleguen al momento los servicios médicos, en ocasiones las consecuencias del fallo cardíaco son muy grandes y en otras porque no sea un fallo del propio corazón, sino de una arteria grande o del cerebro, hacen que no haya forma de recuperar al paciente", señaló, aunque añadió que la reacción rápida es vital muchos casos.

El médico deportivo insiste en que lo importante es la prevención, ya que no hay una cura en sí para evitar la muerte súbita. "Tenemos que seguir recomendando que cualquiera -insisto, cualquiera- que vaya a hacer deporte intenso haga un reconocimiento médico elemental, que incluya el electrocardiograma", sentenció.

Desfibriladores

Casi la mitad de los campos de fútbol de categoría no profesionales -Preferente, Primera Regional y Segunda Regional- cuenta con desfibriladores adquiridos hace cuatro años por la Federación Asturiana de Fútbol. La legislación vigente no obliga a que en estos estadios haya este tipo de medios sanitarios, pero el organismo que controla el fútbol en Asturias decidió hacer "una inversión importante" y adquirir con sus propios medios en torno a un centenar de aparatos electrónicos portátiles que luego rifó entre los 200 campos de esas categorías existentes en el Principado. Uno de ellos es el del Miranda.

No obstante, el aparato no se llegó a utilizar en el caso de Hugo Suárez porque la ambulancia llegó en apenas cuatro minutos desde que el jugador cayó fulminado en el campo; pero igualmente habría sido imposible su uso porque está guardado en el cuarto de balones del Bosco, uno de los cuatro clubes que utilizan el campo. La directiva del Miranda tenía la llave como gestora de la instalación, pero su presidente, Eloy Vega, asegura que desapareció. "El aparato tenía que estar en un sitio accesible para todos, pero no es así y ahora vienen los problemas; como siempre, hasta que no pasa algo, aquí no se hace nada", argumentó.

La Federación, según explicó ayer su secretario, Carlos García, se preocupó también de que esos desfibriladores se supieran utilizar en caso de emergencia. Y así, organizó cursos de formación al que asistieron unas 400 personas, entre entrenadores, árbitros, delegados de campo... "Se apuntaron todos los que quisieron. Esos cursos también los pagó la Federación con sus recursos, sin ninguna ayuda, igual que los aparatos", comentó. Cada uno de ellos cuesta 1.400 euros.