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La Figura De La Semana | JUAN CARLOS DE LA MADRID | HISTORIADOR, SERÁ EL PREGONERO EN LA CENA DE COFRADES DEL BOLLO

El guionista de la historia

Juan Carlos de La Madrid, que glosará la fiesta del Bollo para la cofradía del mismo nombre, repasa su vinculación con la celebración y con la ciudad

Juan Carlos de La Madrid, en la fuente de los Caños de San Francisco. MARA VILLAMUZA

"Mis inicios en esta fiesta son mis inicios. En mi casa era una forma de entender la ciudad". La vinculación entre el historiador Juan Carlos de La Madrid y la fiesta del Bollo viene "de toda la vida", como son las tradiciones mismas. Y ahora engarza un eslabón más a esa relación, al ejercer de pregonero de la cena de cofrades del Bollo, que se celebrará el 26 de marzo. Para De La Madrid -doctor y licenciado en Geografía e Historia, diplomado en Cinematografía y especialista en Gestión Cultural y Territorio, autor de numerosos estudios e investigaciones-, el Bollo no sólo representa a Avilés, sino que singulariza a la ciudad.

El primer ingrediente que figura en el recetario emocional de la fiesta de Pascua es el propio bollo que le llevaban los padrinos de niño. Eso sí, a los De La Madrid no les vale un bollo cualquiera, en eso son "gourmet". "Tuve dos tíos confiteros, en casa de bollos se entiende mucho. Y el mantecado de mi madre, que es el 'Mantecado de Pepín', es un placer de dioses. No me vale un bollo cualquiera", presume el historiador, a quien su familia le marcó en mucho más que en valorar el mantecado perfecto.

Y es que no es casualidad que tanto él como su hermano Vidal de La Madrid sean historiadores. "Mi padre siempre nos contaba historias en lugar de cuentos, era un buen narrador. Y mi madre siempre contaba las historias de Avilés, del antes y el después de Ensidesa". Juan Carlos de La Madrid echaba imaginación para poder reconstruir esos escenarios. "Primero llegué a la historia, y después, a la historia de Avilés, que estaba aún sin contar, no había un relato moderno".

Y, sin embargo, afirma, el potencial era muy grande. Una connotación más heredó de las historias de su infancia: que eran de los protagonistas de a pie, de los que no entraban habitualmente en los libros. De los críos que con 14 años iban a vender carbón. Su madre, Raquel Álvarez, vivió aquél cambio, entre un Avilés que era un pueblo a otro que atrajo a trabajadores de toda España. "Esto era como el Oeste americano. Y hay que ver y valorar las dos partes: la de los que vinieron a engrandecer a Avilés y la de los que perdieron su forma de vida y se quedaron sólo con recuerdos".

Gran parte del paraíso infantil de Juan Carlos de La Madrid está vinculado a la calle Rivero, de donde procedía su familia. Allí cursó "la EGB del avilesinismo". Y allí encontró la pasión que le acompañará toda su vida: el cine. "Me crié y eduqué en las sesiones dobles del Marta y María. Para mi fue una tragedia que cerrara". En la sala pasó muchas tardes, y allí decidió que el cine es más importante que la vida. "Lo es, porque el cine son todas las vidas posibles y mil kilómetros más".

Una infancia sazonada con aliños de lo más variado, desde "spaghetti western" a las películas del Hollywood clásico más antiguo. Su madre iba a media tarde, le tocaba del hombro y le dejaba la merienda, mientras él continuaba con su ingesta indiscriminada de kilómetros de aventuras. De mayor cometió el error de volver a ver las películas de Tarzán de Johnny Weissmüller. "Ahora no las soporto. ¿Cómo nos podíamos tragar eso?".

Entre los "flashback" de infancia vuelven a surgir escenas del Bollo. "Tengo recuerdos míticos como la carroza de Cristalería, la del Banco de Bilbao, las majorets francesas..." Considera que la fiesta mantiene sus esencias y se ha renovado con gran acierto con la Comida en la Calle. "Tiene un éxito entre la juventud comprable con los Huevos Pintos y el Xiringüelo, y además es una de las cosas más originales que yo conozco". Eso sí, nunca salió en una carroza, aunque desde los 9 años participan en las procesiones de Semana Santa. Y ahí sigue, en la cofradía de San Pedro de Rivero.

De la época en la que se fraguó la fiesta del Bollo hasta ahora muchas cosas han cambiado en Avilés, pero no todas. "La fiesta nació como consecuencia de la división por la llegada del ferrocarril... y la división ahí sigue". Hay en la historia de Avilés, confiesa, cosas que le gustaría que hubieran sido de otra manera, empezando por la superación de la barrera ferroviaria, y continuando con episodios tristes como el de la emigración a América. "Me hubiera gustado que ningún avilesino se hubiera tenido que meter en el fétido sollado de un velero para buscarse la vida".

Aunque su último libro sea de fútbol -"Una patria posible. Fútbol y nacionalismo en España"-, Juan Carlos de La Madrid es más de baloncesto. Frecuentó la cancha, y sus dos hijos Miguel y Nicolás también juegan. "Son muy buenos los dos". Otra de sus aficiones es la radio. También le gusta leer y la música. Canta desde niño, cuando al lado de su madre aprendía las canciones de la Piqué. "Con seis años me sabía de cabo a rabo todas las coplas de la danza prima".

El pregonero de la cena de cofrades del Bollo quiere, de mayor, ser cineasta: director y, mejor todavía, guionista. "Pero en el Hollywood de los años 20". Por eso anda buscando una puerta en el "Ministerio del Tiempo" que le permita retroceder en el pasado y embarcarse en un vapor para cruzar el Atlántico hasta la ciudad californiana. Mientras no encuentre la puerta, continuará disfrutando de la vida en su Avilés natal, una ciudad cuya historiografía y autorreconocimiento le debe mucho.

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