Mientras el casco histórico de Avilés bullía de actividad, muchos vecinos saborearon la miga festiva desde bien temprano. Los integrantes de la Cofradía del Bollo, por ejemplo, celebraron a las once una misa en honor a los cofrades en la iglesia de San Nicolás de Bari. Ángel Garralda, párroco emérito del citado templo, presidió el acto litúrgico de las fiestas del Bollo, en las que debutó el sacerdote Ceferino Díaz Martínez, llegado a Avilés desde Cornellana el pasado verano. Claudio Luanco volvió a ser el alma de esta celebración que tuvo como cada año la ofrenda que escenifica el intercambio de regalos entre ahijados y padrinos.

Los socios de esta entidad recibieron también como en ediciones anteriores el dulce manjar que da nombre a la fiesta. Los del Bollo tenían preparadas quinientas bolsas en las que no faltaba el bizcocho avilesino, una botella de vino blanco y un paquete de longaniza obsequio de un fabricante local. En los soportales de la plaza de Álvarez Acebal, el Ayuntamiento de Avilés dispuso otro puesto que vendió 1.180 bollos, la misma cantidad que el pasado año. Junto al mantecado, el lote -de cuatro euros- estuvo acompañado también de vino blanco de León, una longaniza de Avilés y la bandera blanquiazul del concejo.

El cielo azulado, con más claros que nubes hasta media tarde, animó a cientos de personas a salir a la calle. Hasta tal punto que encontrar un hueco libre en una terraza de Avilés se antojaba una misión harto complicada. Muchos aprovecharon el buen tiempo para descorchar botellas de sidra, las primeras de muchas hoy regarán las calles del casco histórico. Los niños, entre tanto, se convirtieron en protagonistas de la jornada vestidos con el traje regional asturiano: ellos, faja y montera picona; ellas, dengue, mandil y pañuelo. El vermú se prolongó hasta bien entrada la tarde.

Tras unas horas de sosiego y siesta, la "folixa" regresó a las calles de Avilés en forma de música. Los de la charanga "El Felechu" celebraron en el escenario del Parche que llevan ya 35 años dando la murga por las calles de Avilés. Casi nada. Alzaron la voz también numerosos músicos que participaron en el Festival de canción asturiana en distintas categorías. En la ciudad también sonaron habaneras, en el auditorio de la Casa de Cultura, y los sones de "Cerezal". La diversión se prolongó hasta la madrugada.

Hoy continuará la folixa en la calle, donde 15.000 personas tienen reservada silla para comer, casi tantos como los que ayer avivaron la chispa festiva que siempre en Pascua brilla desde 1893.