Prueba superada con éxito. La decisión del gobierno avilesino de controlar este año el acceso al parque Ferrera para evitar que los menores de 18 años introdujeran alcohol mereció el aplauso general y fue mano de santo para aplacar, al menos en parte, los excesos etílicos habituales tal día como ayer. Hubo botellón sobre el verde, como siempre, pero dentro de un orden. La anunciada prohibición de acceso al Ferrera de los menores de edad con bebidas alcohólicas generó respeto entre aquellos a quienes iba dirigida la medida. A preguntas de este diario, fueron varios los que confesaron estar amedrantados por la posibilidad de que algún agente de policía les pillara con las manos en la masa -mejor dicho, en la botella- y otros, directamente, aseguraron haber optado por una jornada abstemia.

La fiesta en el parque Ferrera congregó a unas 7.500 personas, según fuentes municipales, la mayoría veinteañeros o con 18 cumplidos. El control de acceso a la zona verde desplegado desde primera hora de la mañana apenas generó colas y se desarrolló sin incidentes y sin sanciones, según la jefatura policial, que tuvo palabras de elogio para el comportamiento de los jóvenes durante el tiempo que estuvieron en el parque. "A destacar la responsabilidad con que se comportó la juventud", manifestó el mando policial al cargo una vez que el Ferrera ya había sido desalojado, a las 18.00 horas.

Dos amigas avilesinas de 16 años, Jas Veloz y Yaiza Nualart, daban el perfil de menores de edad capaces de ir de fiesta sin beber alcohol. "Me parece bien que haya controles de alcohol a la entrada del parque porque así habrá menos comas etílicos", comentaba la primera. "En nuestro caso no tenemos previsto beber alcohol, no nos hace falta para pasarlo bien", añadía la segunda.

Otra adolescente, ésta de 17 años y cuya identidad se preserva por causas obvias, confesó que preveía tomar "unas cuatro botellas de sidra", que lo hacía con conocimiento paterno y que entrar al Ferrera no había sido un problema puesto que "las botellas las metió un amigo que tiene más de 18". Ni mucho menos fue la única menor que burló así el dispositivo, de hecho el convencimiento general era que los jóvenes esquivarían con facilidad el filtro de la puerta. "Si quieren, los menores beberán igual, cualquiera con más de 18 años puede meterles la bebida dentro del parque", comentaban los veinteañeros ovetenses Elena Alonso y Pablo Rodríguez, acostumbrados a la polémica asociada a los botellones. "En Oviedo, aún hay más control sobre esta cuestión que en Avilés; no nos pilla de sorpresa", decían..

Ya en el parque, con o sin alcohol por medio, los jóvenes disfrutaron de una placentera y soleada jornada. Unos cantaban, otros se hacían fotos, aquí unos novios hacían arrumacos y allá reinaba la camaradería en una pandilla de amigos. Hubo lo de todos los años: sidra a raudales, buen rollo, la moda de rotularse los cuerpos, más basura de la deseable por el suelo y algún que otro altercado violento entre borrachos sin mayores consecuencias. A la hora de hacer balance, lo que quedó claro fue la reivindicación, avalada por el buen comportamiento de la mayoría, del Ferrera como el espacio preferido de los jóvenes para su particular Comida en la Calle.