"En el propio Fuero de Avilés existe un artículo que dice que para ser testigo en juicios tendrás que ser cristiano de más de siete años. Se refería a los conversos judíos, porque aquí hubo pocos musulmanes y eran esclavos. Es decir, desde el inicio documentado de Avilés se recoge la presencia judía en la ciudad", señala Román Antonio Álvarez, autor del libro "Avilés, las huellas de Sefarad", que presenta a las 20.00 horas de hoy en el hotel Palacio de Ferrera.

Las investigaciones realizadas por el exconcejal de Cultura lo han acercado a "disposiciones que adoptaban las diferentes cortes españoles que regulaban las normas de vida de los judíos y que siempre se mandaban a Avilés. Por tanto, esto nos revela que aquí había presencia de judíos", resalta. En los archivos consultados, tanto en Avilés como en Oviedo, el historiador analizó escritos en los que figuran un vecino judío de apellido Salomon, del barrio de Sabugo, como testigo en un contrato de compraventa en el siglo XII. También localizó otros dedicados a la recaudación de impuestos y a la venta de paños y, asimismo, un converso que regresa a Avilés después de la expulsión de los judíos. "Se convierte para poder volver", comenta.

En cuanto al número de habitantes judíos instalados en la ciudad, el experto, que ha dedicado la publicación a sus dos nietos, indica que su presencia "no fue masiva". "No hay noticia de que hubiera un barrio", dice. Sobre la actividad que desempeñaban comenta que se centraban en la elaboración de vino, el comercio y la sal: "El vino está muy ligado a la cultura judía. Hacían uno especial, puro: el kosher. Y es que en la Edad Media, esta bebida, además del significado religioso que tenía, era la forma de beber agua a través de un filtro natural como la uva y, además, enriquecido".

La alternativa al consumo de vino era por entonces la sidra o la cerveza pero, según Román Antonio Álvarez, tanto la manzana como el mijo o la avena utilizados para su elaboración se usaban para consumo del hogar. "La uva no competía con estos productos, de ahí que se extendiera el cultivo de viñedos", señala, para apoyarse en la abundancia de documentos que existen en La Rioja sobre "cómo las plantaciones de las bodegas más antiguas estuvieron en manos de judíos".