"Conseguir que tu hijo sea bilingüe es posible", asegura Diana Sampedro Sánchez, autora del libro "Baby English", que presentó ayer en la Casa de Cultura, y en el que explica, basándose en su propia experiencia personal, cómo alcanzar tal propósito. Ella lo ha logrado; su hija de seis años se maneja en los dos idiomas que escuchó desde los primeros días de vida; su madre le habló en inglés mientras que su padre lo hizo en español. "Yo he hecho como si fuera de otro país", indica Sampedro, economista y profesora de este idioma.

Meterse en la piel de una madre angloparlante ha sido un reto para esta gijonesa a pesar de poder comunicarse con fluidez en dos lenguas. Una de las dificultades que encontró en este proceso, dice, ha sido el elevado nivel de exigencia que se impuso a sí misma, además de "sentirme rara" , sobre todo, en los meses iniciales, en un papel atípico. "No mezclé idiomas para que la niña me asociara con el inglés. Éste era nuestro medio de comunicación", comenta, para hacer hincapié en la importancia de mantener una disciplina y una constancia con el pequeño, "aunque en ciertos momentos sea conveniente ser flexible".

Para animar a cuantas familias desean emprender un proyecto como el que ella está desarrollando, Sampedro asegura que "no hace falta tener un conocimiento muy alto de inglés". "Aunque el nivel no sea perfecto se puede hacer", añade. Con el objeto de ayudar a las madres o padres que quieran seguir sus pasos escribió "Baby English". En las páginas de este trabajo, editado por Vaughan, explica cómo enseñar esta lengua a un niño. Recoge frases del día a día, expresiones, vocabulario y la forma de motivar para hablar un idioma que no es el materno. Es importante, dice, "elegir los momentos en los que el niño está relajado: el baño, los juegos...".

Un CD acompaña al texto escrito para facilitarles a los padres el vocabulario y la pronunciación. "Se trata de que el niño adquiera el idioma de forma natural; la gramática ya la aprenderá en el colegio", comenta Diana Sampedro para destacar el valor de una lengua. "Hablar un idioma se ha convertido en una obsesión, sobre todo, de cara al mercado laboral; pero su utilidad va más allá, y es la comunicación", remata.