"Hoy es un día en el que todos nos preguntamos por qué, pero el estilo de Palmira no era quedarse mirando al cielo en espera de respuestas", sentenció ayer Alfonso López, canónigo del Real Santuario de Covadonga, en el funeral por la presidenta de la Asociación de Donantes de Sangre de Avilés, Carmen Palmira García, fallecida a los 65 años tras algo más de una década luchando contra una leucemia linfática crónica. Ante un nutrido grupo de fieles, López la definió como una luchadora, una emprendedora que desde el año 2004 hizo todo lo que estaba en sus manos porque en los hospitales asturianos no faltara ni una gota de sangre.

"A Palmira se le quedaba el mundo pequeño. Tenía el genio de santanderina, pero abría las puertas con sonrisas. Si no existiera habría que inventarla", añadió. El funeral, en la parroquia de Santo Tomás de Cantorbery, lo concelebraron cinco sacerdotes; y todos tuvieron palabras de elogio para esta mujer que batalló con entereza contra una enfermedad que, como ella misma decía, "a veces estaba dormida, a veces despertaba". Hace meses, la leucemia despertó con más fuerza que años atrás. García le echó coraje, pero esta vez se dejó perder la partida.

"El horizonte de Palmira se había hecho realidad con su hija Patricia", remató el sacerdote, que ensalzó la devoción que sentía Palmira García por la Virgen de los Dolores y por la Virgen del Carmen. "En una sola Virgen reunía a sus dos amores: Santander y Avilés. Y si oía la 'Salve marinera' interpretada por su hija ya no podía ser más feliz", recalcó. Ante la Virgen del Carmen, Palmira García lloraba. Solamente ante ella.

El funeral, al que asistieron representantes del PP (partido en el que militaba), otras formaciones políticas y organizaciones sociales, contó con la actuación improvisada de un grupo de amigos de la hija de Carmen Palmira García, Patricia Martínez, y su yerno, Pablo Moras, ambos músicos profesionales. "Ha venido gente de todos sitios, incluso de Cantabria. Estamos muy agradecidos", atinó a decir Moras. Su esposa, entre tanto, recibía el apoyo y el cariño de decenas de avilesinos entre los que Carmen Palmira García se había hecho un hueco ahora "difícil de llenar".