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Concejo De Bildeo | Crónicas Del Municipio Imposible

Nunca es tarde para aprender

La capacidad para adquirir conocimientos y otros detalles

Nunca es tarde para aprender

De nuestro corresponsal Falcatrúas

Normalmente, los que somos de ciudad pasamos por los sitios sin fijarnos en los detalles. Con la de cosas que nos atosigan sin cesar alrededor, no nos da tiempo a reparar en lo que vemos, es imposible que nuestros ojos capten y el cerebro procese tanta información constantemente durante horas, días, años... Sólo algunos privilegiados disponen de tales capacidades, sea por entrenamiento, como los policías y los espías de las películas, o por inteligencia, como los superdotados, esos que "ven crecer la hierba" y que suelen presentarse a las elecciones.

El barullo constante nos marea hasta el punto de que no vivimos los momentos uno por uno, andamos distraídos, liados con más asuntos de los que podemos administrar, tenemos más yerba que tenada. Nos falta sosiego, captar la esencia de lo que está a nuestro alcance y que ignoramos porque pasamos olímpicamente de ello. Una pena.

En Bildeo, la vida transcurre lentamente, las escenas del día a día no parecen cambiar porque evolucionan de un modo diferente a las de la ciudad. Por ejemplo, las paredes de los huertos disponen de un ciclo vital bastante lento, da la sensación de que no se mueven, pasarán cien años y apenas variará el número de caracoles que las pueblan o de yerbajos que las adornan. Por eso, los vecinos notan cuando alguien mueve una piedra de una de esas paredes y entonces puede peligrar la vida del artista que lo hizo. Para un bildeano, la pared de un huerto es como la Constitución, o más.

Los prados tienen unos ritmos cíclicos, fuera de los cuales cambian muy poco y recuperan el mismo aspecto de unos meses antes, es decir, segados y sin segar, pacidos y sin pacer; los huertos y las tierras de labor repiten cultivos cada año; los árboles se toman su tiempo para crecer y lo hacen con tanto disimulo que ni se nota. Bueno esto era antes, ahora apenas hay cultivos, los prados se abandonan y parece que todo nos importa un carajo con tal de cobrar la pensión.

Los animales tienen biorritmos más cortos que las personas, por eso, los cambios en ellos son más notables. Una xata ya se preña a los doce o quince meses de nacer, las yeguas se cubren más tarde, los perros y gatos pueden inundar la casa de crías si no se anda con ojo, las pitas a los dos o tres años ya dieron todo lo que tenían que dar y únicamente los burros y las mulas son más parecidos a nosotros en que duran más y son casi tan necios. Por eso, los bildeanos se fijan en los detalles, les va la vida en ello.

Un forastero que pasó por Bildeo, tropezó con Porfirio, un paisano muy mayor de en Cá los Cafetos, cuyos miembros se caracterizan por tener la cara abrasada de granos, y le preguntó si había visto pasar por allí un caballo uno de aquellos días, dándole una descripción completa del animal.

-Pues sí, señor, pasó por aquí ayer, me llamó la atención al no ser un caballo del pueblo y por las señas que usted me da, se trata de la misma caballería: arrubiao, con una estrella en la cabeza, la crin muy larga, no hay duda. Iba yo a la escuela y cuando pasó al lado mío se echó al galope, para que no se me ocurriera ir a cogerlo.

El dueño del caballo escuchó con alivio la confirmación de que iba en la buena dirección y siguió camino arriba; momentos después, al recordar que aquel hombre dijo que iba a la escuela pensó que como testigo no era de mucha confianza, pinta de maestro no tenía. Cuando ya estaba a punto de dejar atrás la última casa del pueblo, vio a otro paisano sacando cucho de la cuadra con una pala de dientes y no pudo resistirse a preguntar de nuevo.

-Yo no lo vi, pero me enteré de que un caballo de la pinta que usted dice pasó ayer por aquí; posiblemente esté en el monte, cerca de una braña, a media hora de camino. Como hay por allí unos cuantos caballos de este pueblo, estará con ellos.

-Me lo confirmó hace un momento un señor mayor, pero cuando me dijo que iba a la escuela, me quedó la preocupación de si estaría chocheando.

-¿Chocheando Porfirio? Ese hombre es de lo más inteligente que yo conozco; por circunstancias de la vida nunca fue a la escuela, pero hace poco se le marchó un nieto para Estados Unidos y como quiere cartearse con él, está aprendiendo a leer y a escribir a sus ochenta años... y ya pregunta por un ordenador.

Seguiremos informando.

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