María Teresa Muñiz se emociona cuando recuerda el día más feliz de su vida. Fue hace muchos años, pero el tiempo no ha logrado borrar la sonrisa de su cara. Vivía entonces en Trubia (Oviedo), en casa de una hermana. "Cuando mi marido llegó de trabajar puso unas llaves a mi lado mientras planchaba y me dijo: estas son las llaves de tú casa. Fui la mujer más feliz. Era lo que siempre había deseado, tener un lugar donde vivir en familia". Desde entonces, Muñiz reside en Llaranes. Su historia ocupa ahora una página del "Libro viajero", un proyecto pionero en Avilés que tiene por objeto recopilar los momentos más felices de aproximadamente un centenar de octogenarios.
La iniciativa partió de Remedios Estrada, responsable de Azvase, la empresa concesionaria del servicio de ayuda a domicilio en la ciudad. "El libro viaja de casa a casa dentro de una maleta que llevan las auxiliares. En los domicilios, los ancianos escriben sus historias bien solos bien con ayuda, dos folios como máximo, y nuestra intención es publicar libritos este verano", explica. La memoria colectiva de la felicidad está, pues, asegurada.
En el "Libro viajero" cada cual plasma aquello que le hizo vibrar: el nacimiento de un hijo, el trabajo deseado, una boda, la superación de una enfermedad... "Hay personas que relatan historias que ponen los pelos de punta", matiza la responsable de Azvase. Es el caso, cuenta, de la hija de una enferma de alzhéimer que redactó el que, a su juicio, había sido uno de los momentos más felices de su madre. A ésta, le acababan de diagnosticar la enfermedad y su familia al completo se reunió para pasar una jornada de convivencia. Fue un día inolvidable para una mujer con los recuerdos tambaleándose.
En la iniciativa también participan los usuarios de ayuda a domicilio del centro de día de La Luz, que trabajan con Azvase, como Isabel Obeso Valle. La primera página del "Libro Viajero" la escribe la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, con un relato de esos momentos imborrables de su niñez: "Era una mañana luminosa de un mes de junio en mi pueblo. Estaba con mi abuelo Fausto cuidando las vacas, tendría 7 años. Ese día de luz, el olor de la hierba y la conversación con mi abuelo quedó grabado en mi memoria y acudo a ese momento siempre que puedo". Su historia la han continuado ya decenas de ancianos que no han perdido la oportunidad de dejar un testimonio escrito de aquello que les hizo dichosos.
Otros ancianos avilesinos vinculados a la empresa Azvase, entre tanto, están en otras tareas igual de llamativas. Unos cuantos han decidido formar una compañía de teatro y en unos días prevén estrenar una obra en Avilés. Todos ellos son también usuarios de ayuda a domicilio, algunos con movilidad reducida.
Otro grupo está por su parte elaborando una guía turística de Avilés bastante peculiar. El proyecto se llama "Avilés desde la memoria".
"Cuentan como conocieron las calles de la ciudad y qué personajes había aquí o allí. Este trabajo también lo vamos a publicar y la portada será obra de Andrés Cerezo, usuario de ayuda a domicilio", precisa Remedios Estrada. Y agrega que "no pretendemos que sea una guía oficial que puedan utilizar los turistas sino que sirva de referencia". "Yo soy de Avilés y gracias al trabajo de estas personas aprendí muchísimas cosas", remata.
Los octogenarios avilesinos que participan en la iniciativa son, ante todo, personas dinámicas que pese a sus limitaciones le han puesto empeño a la vida. Ahora, demostrarán en un libro que verá la luz el próximo verano que sus arrugas son marcas de tristeza, trabajo y preocupaciones, pero también de felicidad. "Recuerdo que después de tener las llaves de nuestra casa de Llaranes fuimos a comprar muebles a Grao toda la familia en el camión", añade María Teresa Muñiz en su escrito en el "Libro Viajero", una antología de la dicha en la ciudad.
