Los 34 trabajadores despedidos hace 17 días de la empresa auxiliar Montrasa Maessa, que fue adjudicataria hasta primeros de mes de un contrato de asistencia a la producción de la fábrica avilesina de Alcoa, abandonaron ayer por la mañana el encierro que venían protagonizando en el interior de la factoría aluminera desde el mismo día que quedaron sin empleo. La razón que expusieron para poner fin a su encierro voluntario fue de tipo "burocrático": tienen que solicitar personalmente la prestación por desempleo y el plazo legal para hacerlo concluye hoy, viernes, y no el lunes como en principio creían los encerrados.

"Nos llamó a primera hora de la mañana nuestro abogado para avisarnos de que sólo tenemos de plazo hasta el viernes (por hoy) para arreglar los papeles del paro. Una vez sabido eso, no hubo mucho que hablar: tenemos que comer y mantener a nuestras familias, en muchos casos con hijos. O sea, que no nos quedaba otra que dejar el encierro para poder acudir a la oficina del paro y solicitar las prestaciones de desempleo", explicó Ricardo Martínez expresidente del comité de Montrasa y portavoz de los afectados por los despidos.

No obstante, según anunciaron los exempleados de Montrasa, el fin del encierro no supone el abandono de las movilizaciones, que tienen previsto reanudar el próximo lunes, ni la interrupción de las acciones judiciales en marcha, en especial la demanda presentada en el juzgado y en la que exigen su integración en la plantilla de Alcoa o, en su defecto, la subrogación a otra empresa del sector auxiliar. Esta iniciativa, de hecho, será reforzada hoy mismo con la presentación de otra demanda en la que los 34 de Montrasa concretan sus exigencias de continuidad laboral. "Esto es una tregua, no la rendición", avisó Martínez.

Los afectados por este conflicto laboral invocan lo pactado en los llamados Acuerdos de Oviedo, reguladores de las relaciones laborales entre las gran industria y el sector auxiliar, para ver reconocido su derecho a la continuidad en los puestos de trabajo que llevan desempeñando en algunos casos desde hace más de 25 años. El escollo con el que chocan, sin embargo, es que Alcoa interpreta que esos acuerdos no la obligan en modo alguno a asumir como plantilla propia a los despedidos de Montrasa. Y así las cosas, las negociaciones para dar una salida a esta conflicto no avanzan.

La salida de "los 34 de Montrasa" de las instalaciones de Alcoa comenzó a las diez de la mañana. Cabizbajos y cariacontecidos, en fila india y observados por dos guardias de seguridad privada, los encerrados cruzaron la puerta de la valla donde en días pasados recibieron la visita de familiares y amigos y se dirigieron al aparcamiento para coger sus coches y volver a casa. Los pocos que departieron con la prensa hablaron con voz entrecortada y se confesaron emocionados por la tensión del momento y las duras circunstancias vividas durante estos días. A alguno de los trabajadores se le escaparon las lágrimas y proliferaron los abrazos de camaradería con los que algunos trataban de insuflar ánimo a los más alicaídos. "Esto no ha acabado, el lunes volveremos a hacernos notar", arengó Ricardo Martínez.

La multinacional Alcoa, al tener noticia del fin del encierro, hizo patente su satisfacción por el fin de una situación que bajo su punto de vista era "anómala" y entrañaba "riesgos" e hizo votos porque la jornada de ayer sea la antesala de "abrir una negociación en el marco adecuado, que desde luego no es la fábrica de Avilés". A la misma hora que los encerrados deponían su actitud el Pleno de Avilés suscribió una declaración institucional que aboga por una solución rápida, definitiva y negociada que garantice la continuidad laboral del colectivo de despedidos de Montrasa.