Llaranes vivió ayer la gran fiesta anual de la solidaridad como colofón a una semana cargada de actos de sensibilización en torno a los emigrantes y refugiados. Vecinos y visitantes compartieron una jornada donde primó, en un ambiente de entretenimiento y diversión, el deseo de apoyar un proyecto de alimentación y agua en una comunidad indígena de Alta Verapaz, en Guatemala, y a las familias más necesitadas del barrio, objetivos ambos de la Semana Solidaria, que alcanza su décimo cuarta edición

La plaza mayor, corazón del popular núcleo residencial que nació bajo el paraguas de Ensidesa, centró la actividad programada por el Grupo Tercer Mundo de Cáritas Parroquial, organizador de la Semana en colaboración con el tejido social de Llaranes. A las once de la mañana, un mercadillo con puestos regentados por distintos colectivos del entorno -catequistas, centros educativos y asociaciones- inauguraba un domingo solidario que incluyó misa, música, juegos infantiles y una gran comida de hermandad. Bajo los soportales de los edificios que abrazan la plaza, largas mesas transformaron la estancia en un comedor de convivencia vecinal. La ausencia de lluvia favoreció el encuentro que concluyó con la actuación de "Tejedor".

Entre los presentes en el mercadillo estaba la comunidad educativa de la escuela infantil La Toba. Bajo una carpa, educadoras y madres del centro atendían a cuantos clientes mostraban interés por los artículos elaborados a partir de productos reciclados: tiestos, costureros o tarros de almacenaje. "Es nuestro primer año y está siendo una experiencia muy buena. Hemos involucrado a las familias, que participaron en talleres para hacer todo lo expuesto", señalaban las educadoras Sara Pérez y Marta Capa.

El colegio Apolinar García Hevia se volcó igualmente con el mercadillo cuyo dinero recaudado fue a parar a los proyectos de Cáritas. En la clase de plástica, los alumnos hicieron cajas, peonzas, carteras y posavasos, entre otros objetos que ayer tuvieron una alta aceptación. Por su parte, una muñeca de nombre Vera (en referencia al departamento guatemalteco de Alta Verapaz), hecha a mano por las catequistas de la parroquia a partir de un calcetín, se agotó. Sus creadoras mostraban gran satisfacción por el éxito de la pequeña figura de lana y trapo. "La gente, en días como hoy, es muy generosa", resaltaron Mari Sol Ríos e Isabel Álvarez López.