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Manual contra las escaras

La mayoría de las lesiones que se atienden en el San Agustín son úlceras por presión El 95% puede prevenirse, dicen los expertos, que recomiendan vigilar la piel

Los enfermeros Alberto Alonso Pereiras y Olaya Suárez González, en el Hospital San Agustín. MARA VILLAMUZA

El mayor porcentaje de las lesiones que se atienden en el Hospital San Agustín son úlceras por presión. "Se producen por el compromiso o limitación circulatoria durante un tiempo determinado y llegan a afectar los tejidos de una forma definitiva, sobre todo, en personas con movilidad reducida", señala Alberto Alonso Pereiras, enfermero de la uci del centro avilesino y ganador, a título individual, de un juego digital basado en conocimientos sobre estas patologías, en el que participaron más de cien profesionales de las áreas sanitarias I y III. Todos se sometieron a un cuestionario que alcanzó las 110.000 preguntas. A continuación, Alonso y Olaya Suárez González, especialista en enfermería familiar y comunitaria, describen las características de estas úlceras con el fin de ayudar a su cuidado y prevención.

Origen. La causa es la presión que se ejerce sobre el tejido sano, tanto del propio cuerpo como por dispositivos, intubaciones, sondas, cánulas de oxígeno... La presión de una escayola también puede derivar en una úlcera. Las padecen personas de todas las edades, sobre todo, de movilidad reducida.

Zonas afectadas. Atienden a la situación de cada persona. Una que está tumbada en la cama no la desarrolla en las mismas zonas que otra en una silla de ruedas, aunque las más conocidas son las que padecen quienes están encamados y se manifiestan en sacro y talones.

Factores de riesgo. Pacientes con cardiopatía, insuficiencia circulatoria, diabéticos u obligados a estar en una cama y que ésta no sea la correcta. También personas con un déficit nutricional, proteínas bajas, quienes no tienen una alimentación correcta o estén deshidratados. Si bien hay personas con alto riesgo, cualquiera es susceptible de padecerlas.

Prevención. El 95% de las úlceras por presión se pueden prevenir. Suponen un marcador relevante de los cuidados que realizan los enfermeros; son un indicador de calidad del Sistema Nacional de Salud. Hay unas metas de incidencia del 2%, que muchas veces se consiguen.

Evolución. Es un proceso largo y costoso, ya que una úlcera por presión que tarda de 2 a 6 horas en manifestarse se cura en meses; aunque en teoría, en 28 días se soluciona con los cuidados adecuados. Afecta negativamente a la calidad de vida del paciente y aumenta el tiempo de estancia en los hospitales. Puede producir complicaciones, como una infección, lo que alarga el ingreso. Supone alrededor el 10% del material que se gasta en las unidades; éste se dedica exclusivamente a la prevención y cura de lesiones.

Consejos. Vigilancia de la piel, cambios posturales (los de riesgo alto, cada dos horas), colchones antiescaras, superficies dinámicas que se pueden poner en diferentes partes y que se acomodan a la posición del paciente, nutrición e hidratación de la piel a través de alimentos y, en ocasiones, incluso con suplementos. No arrastrar el cuerpo al sentarse porque las pieles son frágiles y se pueden dañar.

Alimentación. Hay que individualizarla y adaptarla a cada paciente, a sus gustos y apetencias y según la patología de base.

Higiene diaria. Agua templada, geles y champús neutros, que el secado no sea vigoroso; suave y a golpecitos, fijándose en las zonas de pliegues. No dar friegas ni untar en colonia la piel porque deshidrata. No masajear las zonas enrojecidas con cremas porque se traumatiza la piel ya de por sí lesionada.

Cama. A veces, el simple hecho de tener la cama bien hecha, con las sábanas estiradas y sin dobleces, es suficiente. También tener la cama inclinada. No dejar la sábana tensa en los pies porque ejerce presión sobre los dedos.

Ropa. Tejidos transpirables: algodón o lo menos sintéticos posibles. Evitar prendas apretadas.

Talones. Hasta hace unos años, se utilizaban una botas para evitar el roce de los talones, pero ahora, para pacientes de riesgo, existen unas taloneras de espuma que permiten aplicar los tratamientos de prevención, unos aceites grasos que se pueden revisar de continuo.

Humedad. Es un factor para desarrollar úlceras por presión. La piel tiene que estar seca e hidratada.

Primeras manifestaciones. Una úlcera de grado uno es simplemente un enrojecimiento; no tiene que haber ni rotura de la continuidad de la piel. En el momento que aparezca, es conveniente comunicarlo a un sanitario para que sea valorado y evitar la formación de una úlcera. Aprovechar el momento de la higiene diaria para revisar todos los puntos de presión, los sitios de prominencias ósea: cabeza, sacro, talones.

La familia. En el hospital se forma a las familias de inmovilizados antes del alta; se les enseña cómo hacer los cambios posturales o una higiene correcta. Por su parte, en los centros de salud se pretende que haya una continuidad de los cuidados. Hay un informe de alta de enfermería y tiene que ir vinculado a la persona que es el cuidador de ese paciente para acudir al domicilio y hacer un seguimiento.

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