La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El infame aparcamiento del apeadero

Los conductores que estacionan sus coches en el descampado ferroviario de la calle del Muelle denuncian el pésimo estado del terreno y la inseguridad de la zona

El Parking de la vergüenza

El Parking de la vergüenza

Para ver este vídeo suscríbete a La Nueva España o inicia sesión si ya eres suscriptor.

El Parking de la vergüenza Francisco L. JIMÉNEZ

El conductor de un coche Citroën Xantia trataba ayer a mediodía de sacar el vehículo de la "trampa" donde lo había aparcado, cerca del apeadero de Feve de la calle del Muelle. Con una maniobra más digna del rally París-Dakar que de una ciudad como Avilés, el piloto logró poner las ruedas delanteras en el asfalto "escalando" un bordillo de unos 25 centímetros que delimita lo que iba a ser una acera pero acabó en socavón; en ésas estaba el conductor cuando una rueda trasera del coche perdió el contacto con el suelo y se quedó en el aire al hacer la carrocería efecto balancín; un potente acelerón impulsó entonces al vehículo hacia adelante, cayendo de golpe sobre el lado izquierdo todo el peso del auto, cuyos bajos rascaron con gran estruendo el canto del bordillo. El conductor ni siquiera bajó del coche a evaluar los daños, probablemente acostumbrado a los riesgos de dejar el coche en el infame aparcamiento existente en el erial de terreno que delimitan las vías de Feve y Renfe entre el paso a nivel de la calle del Muelle y el puente Azud.

Dicha escena es una de la muchas, a cual más increíble, que se pueden observar a diario en el aparcamiento de marras, un espacio regido por la "ley del Oeste" donde cientos de automovilistas dejan a diario los coches sin orden ni concierto, si acaso con las únicas cautelas de evitar, en la medida de lo posible, reventar una rueda en alguna de las miles de piedras que asoman del suelo o "naufragar" en uno de los enormes charcos de agua que, de grandes que son, ponen en aprietos hasta a los peatones. Si el tiempo está seco, una boina de polvo cubre el aparcamiento; si llueve, es un barrizal; y en cualquier caso, los pedruscos y los baches -algunos de dimensiones monumentales- ponen a prueba la pericia de los conductores para sacar el coche indemne de semejante ratonera.

A los usuarios de este aparcamiento se les acabaron hace años los calificativos para describir su pésimo estado: "Cada vez que entro o salgo pego con los bajos del coche en el suelo y los charcos no merecen ni ese nombre porque en realidad son auténticas piscinas... ¿Es que las autoridades no tienen ojos en la cara para ver la necesidad de arreglarlo?" La que así se expresa es Cyntia Pihuave, que vive cerca del lugar y no tiene otro sitio donde dejar el coche. "Es que hay líneas azules por todas partes", aclara, en referencia a los aparcamientos de pago.

La gratuidad del aparcamiento anejo a la calle del Muelle es su única ventaja; si acaso también la cercanía a un centro de salud, al edificio administrativo del Principado al Palacio Valdés y al casco antiguo de Avilés. Es decir, tiene una ubicación privilegiada. "Pero está hecho un auténtico asco y te juegas la integridad del coche al meterlo aquí; es una pena que no lo acondicionen y pongan vigilantes, porque esto, bien gestionado, podría generar hasta empleo", opinó el castrillonense Miguel Ángel San Andrés.

El gran problema de este aparcamiento -tal y como admite el gobierno local avilesino- es el galimatías que hay montado con respecto a la propiedad del suelo donde se ubica; hasta cinco entes públicos (Feve, Renfe, la Confederación Hidrográfica del Norte, la SEPI y el Ayuntamiento de Avilés) tienen trozos del pastel, pero ninguno está por la labor de tomar la iniciativa para adecentar y gestionar como aparcamiento un espacio que, según el Plan Urbano de Avilés, está llamado a ser una pieza clave del futuro desarrollo urbanístico del concejo al ser parte de la llamada Nueva Centralidad y de la Isla de la Innovación.

La realidad, no obstante, es más prosaica que la ambiciosa previsión urbanística: al margen de la utilización irregular del espacio como aparcamiento de vehículos, la parcela suele ser frecuentada, sobre todo de noche, por maleantes, drogadictos y prostitutas con sus clientes -o al menos, eso aseguran los vecinos de la calles cercanas-; también se han dado casos de vandalismo, robos dentro de los vehículos y hasta la quema de los mismos, así sea accidental, como la que se produjo en marzo, cuando el incendio intencionado de un Ford Fiesta robado en Gijón afectó gravemente a una furgoneta Volkswagen y a un Mercedes que estaban aparcados a su vera. "Viéndolo de día está da pena, pero de noche no quiero ni imaginarme lo terrible que debe ser este sitio", comentó Olaya Paredes, una ovetense que aparca en la zona los días que viene a clase a la Escuela de Artes y Oficios.

Las críticas son unánimes y clamorosas e instan al gobierno local a plantear al resto de propietarios una solución transitoria para la parcela, previa adecuación de la misma para parking. Esto mismo ya lo propuso hace dos mandatos la Unión de Comerciantes de Avilés, como ayer mismo recordó el directivo Valentín Alba. "No parece difícil ni caro echar una capa de zahorra compactada y poner un servicio de vigilancia; aunque luego se cobre una cantidad simbólica por aparcar, el éxito estaría garantizado", opinó Alba.

Compartir el artículo

stats